POR DOMINGO ABREU COLLADO
Catacamas es una ciudad del Departamento de Olancho, en Honduras, situada en el Valle de Guayape y con una extensión territorial de más de 7 mil kilómetros cuadrados. Es el municipio más grande de Honduras y de Centroamérica, con una población de 91,061 habitantes. Cuenta con los ríos Guayape, Patuca, Río Blanco, Río Tinto, Talgua, Capapán y Cuyamel. Pero además, está colocada Catacamas entre el Parque Nacional Sierra de Agalta y la Reserva de Biosfera del río Plátano.
Por otro lado, mantienen su autoctonía los grupos indígenas Pechs, Tawahkas y Misquitos, y de grupos anteriores ascendientes de éstos se encuentran todavía importantes yacimientos (arqueológicos) en cavernas como las de Talgua, Susmay, Jamasquire, Piedra Blanca y El Boquerón, todas aún activas y de extenso desarrollo
Todavía su economía descansa en los recursos naturales: producción de maíz, café, tabaco y otros frutos; en la producción maderera, histórica en Honduras; en la gran actividad ganadera y muy diversa producción de lácteos. A esa tradicional actividad económica despunta por sumarse ahora la actividad turística, estimulada por los atractivos naturales citados.
En términos generales. Catacamas pudiera ser una ciudad enteramente ecológica con un modelo de desarrollo avanzando de moderado por su tradición provinciana a rápido por sus posibilidades turísticas pero bordeando el peligroso camino del desarrollo vertiginoso que puede echar a perder todo el esplendor natural y cultural que ahora exhibe.
Es decir. Catacamas es ahora una ciudad donde predomina la arquitectura vernácula y donde las tradiciones no se han corrompido, además de conservar costumbres particulares que marcan muchas diferencias con el resto de Honduras, principalmente con su ciudad capital: Tegucigalpa.
Entrar intempestivamente en la vorágine de un tipo de desarrollo cuya violencia rompa con las tradiciones que le son características; o que eche por el suelo su arquitectura en busca de la modernización de la ciudad, castraría temprano toda posibilidad de desarrollo sustentable, que en el caso de Catacamas sería un tipo de desarrollo todavía basado en sus recursos naturales, pero con mayores provechos económicos a causa de una mayor demanda en consumos y servicios por parte de la visitación turística y por parte de una posible corriente de exportación (local y regional) de sus productos naturales juiciosa y mercadológicamente auspiciados.El peligro, de todas formas, está latente en el seno de Catacamas y Olancho. La posibilidad de que algunos funcionarios visionarios, como esos que surgen de la nada en nuestra América, puedan aparecerse con un puñado de proyectos futuristas para el desarrollo de Catacamas, siempre será una amenaza para esta ciudad que bien puede convertirse en un modelo de ciudad ecológica para Centroamérica y para el Caribe.
Una amenaza que asoma
Más pudieran ser dos amenazas, en vez de una, las que asoman a las calles de Catacamas. La primera es la arquitectura moderna, y la segunda es el ruido.
Una de las particularidades de una ciudad provinciana y ecológica, como apunta a convertirse Catacamas, es su capacidad para no alterar los nervios; ni por lo que se ve ni por lo que se oye.
Cuando en una ciudad comienzan a aparecer edificios con muchos pisos, con ángulos y líneas totalmente divorciados del entorno y del contexto arquitectónico, con columnas para bunkers y demasiado brillo marmóreo en sus paredes, se está ante la amenaza de alguien que quiere distinguirse del resto por sus posibilidades económicas superiores. Eso inmediatamente se convierte en un acto de violencia pasiva, de corte social, pues el entorno pasa a convertirse en lo opuesto, lo anticuado, lo pasado de moda, lo desfasado, lo atrasado, lo que hay que abandonar. En menos palabras, pasa a ser el enemigo. Y es así como se perciben las diferencias sociales que pautan el caos. Y en Catacamas esos ejemplos están apareciendo.
Otra de las amenazas es el ruido. Por lo menos tres establecimientos comerciales ya tienen en sus puertas principales un par de grandes amplificadores con música audible a muchas cuadras de distancia de su punto de emisión. Dentro de poco tiempo los demás establecimientos entrarán en esa competencia, lo que puede convertir a la tranquila Catacamas en un centro de ruido, la peor agresión que pueda concebirse, solamente superada por un bombardeo sin previo aviso y sin estar en guerra.
A esta competencia podrían sumarse los vecinos interesados en demostrar que también ellos son capaces de hacerse de un buen equipo de sonido, y capaces también de exhibirlos en sus puertas para que se escuche su gusto por determinado tipo de música y para amortiguar el ruido que les llega desde fuera, algo así como un fuego contra el fuego.
De continuar la proliferación de ruidos en Catacamas ya nadie viviría en paz. Como tampoco se convertiría esta ciudad hondureña en el sueño de tranquilidad y sosiego que buscan millones de ecoturistas y de turistas en todo el mundo.
Una alternativa de crecimiento horizontal
Uno de los problemas que enfrentará la ciudad de Catacamas es su crecimiento horizontal. Actualmente es una ciudad pequeña. La ciudad más cercana, Juticalpa, está a unos 40 kilómetros, y tampoco es una ciudad ruidosa ni con ínfulas de convertirse en el caos que es Tegucigalpa. Así que Catacamas podría ser colocada frente a su crecimiento horizontal y moderno como falsa alternativa de desarrollo urbano.
Dentro de las posibilidades de desarrollo y crecimiento urbano Catacamas no puede permitirse sepultar tierras de producción agrícola, eso es lo primero, porque sería el inicio de una escalada de alzas en los precios de los comestibles, actualmente bajos en comparación con las demás ciudades de Centro, Suramérica y el Caribe. Tampoco puede permitirse el cambio de su arquitectura, romántica, dulce y provinciana. Tampoco puede tolerar la construcción de edificios que riñan con esa arquitectura y que signifiquen un rompimiento violento con la tranquila visión que se disfruta desde el Cerro de la Cruz.
Sin embargo, el empuje del desarrollo podría demandar espacio físico de crecimiento. Pero para eso están los planes de ordenamiento territorial, que bien aplicados pueden ubicar cualquier intención de crecimiento moderno de Catacamas en el lugar apropiado evitando echar a perder la ciudad.
Sin embargo, lo ideal sería que cualquier plan de crecimiento urbano esté orientado hacia el seguimiento estructural vernáculo, con muy pocas variaciones arquitectónicas en el diseño de nuevas viviendas y nuevos edificios, de manera que se conserve lo mejor del territorio y el aire provincial olanchano.
La influencia de las áreas protegidas
Como dijimos anteriormente, Catacamas se ubica entre el Parque Nacional Sierra de Agalta y la Reserva de Biosfera del río Plátano, una de las más importantes del corredor biológico mesoamericano, creada en 1980, siendo declarada como Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad en el año 1982.
Ambas proximidades deben influir en el desarrollo más apropiado y conservacionista de Olancho (como departamento) y de Catacamas (como ciudad principal). Pero deben resultar también como el más conveniente de todos los tipos de desarrollo económico conocidos para las poblaciones de la provincia, incluyendo principalmente a las poblaciones indígenas, las que en todo el mundo, y principalmente en América, han resultado las más perdedoras cuando se habla de desarrollo económico.
En la actualidad, ningún tipo de de desarrollo económico que no parta de la conservación de los recursos naturales existentes tiene futuro exitoso como sistema ni como alternativa de protección para todos los seres vivos de las áreas físicas donde se aplica.
La historia de la humanidad está jalonada de desarrollos económicos que sacrificaron los recursos naturales que les sirvieron como plataforma para establecerse y permitir el crecimiento social y político de quienes dirigieron su establecimiento. Claro, crecimiento social y político que se resuelve normalmente en crecimiento económico, estableciendo un ciclo en espiral que mantiene familias desde la conquista.
En todos los casos pasados, el desarrollo económico destrozó su plataforma de nacimiento en la naturaleza, trasplantándose luego a los bancos, donde ahora es el dinero la plataforma de crecimiento. Ante esa plataforma se sacrifican enormes cantidades de recursos naturales en todo el mundo.
Las áreas protegidas, como son la Reserva de Biosfera del río Plátano y el Parque Nacional Sierra de Agalta, son para Olancho y Catacamas su plataforma de crecimiento económico, que lejos de ser sacrificada debe preferiblemente crecer físicamente, como ejemplo de manejo natural ideal para Honduras y Centroamérica.