La rebelión de la palabra en el surrealismo

La rebelión de la palabra en el surrealismo

El festival de poesía de octubre 2024 nos ha permitido volver a reflexionar sobre la sublimación y extensión de la palabra más allá del significado y entrar en ella como un elemento libertario, y liberado de sus funciones etimológicas, orgánicas y semánticas.

Un regalo sublime que nos llegó de París, precisamente del café Flore, donde dos jóvenes de apenas veinte años envueltos en ocurrencias y sueños de juventud se atrevieron a distanciarse del racionalismo cartesiano y de la filosofía de la razón pura para liberar la palabra de su sentido y significado y hacer de ella un sonido, una música, un ruido, una forma, un elemento de elevación de la inteligencia como instrumento de creatividad y de liberación de lo más guardado y resguardado en el inconsciente humano.

Pero esta excepción del espíritu no vino de la nada, ya a finales del siglo 20 Rimbaud, Lautréamont, Verlaine experimentaron la mística de la poesía con el efecto de la palabra en el campo de la musicalidad, el misterio y la espiritualidad. Imaginemos el escenario tal como lo describía la primera esposa de André Breton: “Ahí están, silenciosos, fijando sobre el papel sueños que los colocan por encima de los demás hombres, como sacerdotes por encima de los creyentes. Y los paisajes del alma se despliegan indefinidamente frente a mí”. Cada tarde Soupault y Breton se encontraban por más de diez horas y poco a poco penetran en un territorio desconocido, con manifiestos de asombro, de euforia, “avanzábamos como en un cuento de hadas” escribirá más tarde Breton a su amigo Doucet. Durante el proceso de producción automática se produce una apertura al inconsciente que poco a poco va transformando la escritura en un milagro de creatividad que se aleja cada vez más del control racional para entrar en horizontes de liberación. Así arrancó en un mundo oscuro, aterrorizado por el dolor colectivo de la Primera Guerra Mundial, la elevación de la palabra nutriente de energía existencial para toda una generación de escritores y artistas que encontraron en el recurso del psicoanálisis el soporte para sacar de los más callado y soterrado, la capacidad creativa, nacida de la prospección del misterio humano establecido por la mística de la palabra. Así nace, después del encuentro con Tristan Taray, el dadaísmo, el surrealismo. Después de la publicación de los campos magnéticos, los poetas se apropian de la escritura automática, haciendo de ella un ritual que se compartía de dos en dos o en grupo en los cafés parisinos.
Este recurso de escritura nos ofrece las obras más representativas del momento y del movimiento, entre ellas contamos con Pez soluble de Breton, Las reinas de la mano izquierda de Pierre Naville y la obra completa de Benjamin Péret. Soupault declaró con mucha pertinencia que “el espíritu, liberado de todas las presiones críticas y costumbres escolares, ofrecía imágenes y no proposiciones lógicas”. Es a partir de estas prácticas y toma de conciencia que la rebelión de la poesía surrealista hace de la palabra un ingrediente de arte y estética con carácter emancipador. Los surrealistas decidieron que la poesía tendría su propia fuerza revolucionaria, entendiendo que la liberación del ser humana pasa primero por la liberación de la mente. Uniendo la idea que no hay liberación social ni política sin darle rienda suelta al espíritu es decir a la emancipación intelectual, pues sin ella no hay libertad.

“Los campos magnéticos” es un libro que invita a la revuelta de todo sistema poético, porque es crítico frente a todo sistema. La poesía surrealista, es un rechazo estético de la palabra a toda barrera, a toda educación patriarcal y a todos los condicionantes sociales.

Ahora bien, la escritura automática no es de acceso de facilidad y mucho menos de superficialidad porque colocarse frente a una hoja en blanco con un lápiz en la mano, no significa superficialidad, es una auténtica ascesis , la escritura automática exige, dedicación, inteligencia, un esfuerzo espiritual para crear un ambiente propio de paz y libertad. Aragón, poeta muy aterrizado en sus críticas dijo en su momento: “es obvio que si la escritura automática que defendemos está en manos de un imbécil, puede que lo que salga sean imbecilidades… pero si es un poeta vinculado a la libertad de la mente y generoso con el despertar de su inconsciente , entonces puede que nazca de ese automatismo un poema surrealista genial” Es obvio que tampoco la escritura automática, germen del surrealismo, se podía convertir en el recurso exclusivo y ser un centro único de los imaginarios, pasará a ser uno de los centros. Debe de quedar claro que con el tiempo este recurso fue perdiendo espacio e influencia en la experiencia surrealista hasta que llegara 1924, fecha fundamental cuando Breton lo definirá claramente ‘Surrealismo, automatismo psíquico puro por medio del cual se intenta expresar todo verbalmente por escrito o de cualquier otro modo el funcionamiento real del pensamiento. Dictado del pensamiento, con exclusión de todo control ejercido por la razón y al margen de cualquier de cualquier preocupación estética o moral”.

El psicoanálisis freudiano destapó el inconsciente como posibilidad liberadora de lo más oculto del ser humano, el surrealismo, asociado a lo más íntimo de cada individuo, es decir los misterios de la mente, del cerebro, de la mística del pensamiento, le trajo a la literatura la liberación de todo sistema, de todo ejemplo, de toda autoridad y mandato.

La palabra surrealista se asocia a los imaginarios y hace posible lo imposible y pensable lo impensable. Por eso la tierra es azul como una naranja y si no lo sabías entra en el poema “La tierra es azul como una naranja”, de Paul Eluard, y si no lo crees, léelo y vuélvelo a leer y déjate llevar hasta encontrar en ti esa libertad de imagen.

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