La representación de la arquitectura

La representación de la arquitectura

EI tema de la representación es antiguo y fascinante. La arquitectura percibida, observada, puede, utilizando una serie de reglas, ser transferida en especiales soportes a través del dibujo.

La representación geométrica es patrimonio de la cultura empírica griega y romana.

Es interesante una frase de Hegel: «El pensar abstractamente no significa dar menos importancia a la materia sensible, sino conduce a la sustitución y reducción de su apariencia en favor de la esencia que se manifiesta en el concepto mismo”. Según el pensamiento hegeliano, si se quiere enfrentar un problema, es necesario, para resolverlo, conducirlo a su esencia, haciendo abstracciones.

Los arquitectos y los artistas deben interpretar señales y lenguajes presentes en el ambiente (contexto) con el objetivo de dar «forma» a los proyectos

Philibert de l’Orme, tratadista del 500, indicaba que el buen arquitecto tiene tres ojos, cuatro orejas y cuatro manos. De los tres ojos, uno está dirigido al devenir (para mirar a Dio), el otro para mirar al pasado y el tercero para darse cuenta del presente. Si el buen arquitecto posee tres ojos, el proceso de la representación está efectivamente a cargo casi por completo a la visión. Representar un objeto quiere decir observarlo y ubicarlo en un sistema de referencias espaciales que establecen relaciones armoniosas entre el sujeto que observa y el objeto observado.

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En el tratado “De Perspective”, Jacopo Barozzi da Vignola sostiene que la perspectiva es el arte de la imitación de la perfección de la naturaleza.

Vignola afirmará que es posible al ojo humano transferir la belleza a través del sistema de la representación en perspectiva según el proceso de imitación de la naturaleza, basándose en tres elementos: punto de vista, rayos proyectantes y planos de proyección.

Serlio sostenía que la visión ocular es una visión no unívoca en cuanto es percibida físicamente desde dos puntos de vista (los ojos).

Al hablar sobre la representación arquitectónica del Renacimiento no debemos olvidar las posiciones de Filippo Brunelleschi, Leon Battista Alberti, Piero della Francesca y otros artistas y teóricos. Brunelleschi no escribió sobre este tema fascinante, pero Piero Manetti, su biógrafo, había escrito algunas reflexiones sobre el proceso de la representación de la arquitectura, declarando que Brunelleschi había analizado esta ciencia de ver las cosas «a través» del ojo del hombre que busca «ver» a Dios. Para Brunelleschi, el principal exponente de la arquitectura del Renacimiento, la perspectiva no es solo la ciencia relativa a la óptica, sino también la ciencia que contiene las líneas de búsqueda, que interesan la geometría y la forma, y será el primero en instrumentarla para fines de sus proyectos arquitectónicos. León Battista Alberti y Piero della Francesca asumen de Brunelleschi esta primera indicación científica, que se enriquece con los estudios matemáticos y científicos de Luca Pacioli. Brunelleschi es considerado el descubridor de la perspectiva lineal mediante un método matemático. Su objetivo es imitar un espacio tridimensional en una superficie plana tal y como sería contemplado por el ojo humano.

La noción de punto de vista es relacionada con la visión estática expresa con la llamada «caja renacentista». El observador al mirar dentro la «caja», participa y observa la estática «escena» predispuesta. El universo representado es congelado en un segmento temporal que, en oposición, en una relación no intercambiable, se encuentra quien mira y quien es mirado.

Ejemplos de gran virtuosismo figurativo lo encontramos en las obras de Van Eyck. En el cuadro «Los esposos Arnolfini», plácidamente dispuestos tomándose por las manos en partes opuestas de la escena pictórica, son observados por una figura externa a la escena, el caballero azul, presente en la imagen reflejada por un espejo colocado en el fondo al centro de la composición. En este caso el juego se complica: el observador observa a quien observa la escena.

El dibujo de Leonardo que representa el hombre inserido en una red geométrica, había representado el individuo como centro del universo.

Los primeros experimentos de perspectiva se deben a las reflexiones de René Descartes, al aporte del matemático Desargues, a la lógica de Pascal.

En las obras de las “ciudades ideales” atribuidas a Piero della Francesca, el posicionamiento de los objetos de la arquitectura fue voluntariamente «artificial» y no real. Es Descartes quien da reglas con un espacio “artefacto”, o sea, con un modelo de espacio definido (en el cual el sistema de ejes x, y, z sirve para individualizar las tres dimensiones espaciales en las cuales referir cada una de las partes del objeto a visualizar), la posibilidad de conocer el posicionamiento del objeto en relación a los planos de proyección. El telescopio de Galileo, enfocando las estrellas del espacio y reportándolas desde distancias siderales a la percepción del observador, ponía en crisis la noción de estaticidad del universo y de los objetos allí posicionados, pero al mismo tiempo eliminó aquellas equivocadas representaciones del universo.

René Descartes sostiene que el individuo ve el espacio no con el ojo de la poesía, sino con el ojo de la ciencia y la razón, usando por primera vez la noción de la razón. Son los inicios del 600 y sus estudios vienen enriquecidos figurativamente por un cuidadoso ilustrador, Frans van Schooten. Por lo que concierne a la representación como instrumento de trabajo del diseño arquitectónico, en una famosa carta del 1530 de Raffaello al papa Leone X, analizaba los conceptos vitruvianos de la representación arquitectónica: la representación de las plantas, la representación de las elevaciones, la representación de las secciones.

Raffaello había introducido un lenguaje innovador, moderno, codificando una manera de representar la arquitectura.

Los cuadros de Piero della Francesca, de Paolo Ucello, las grandiosas escenografías en perspectiva de Masolino da Panicate representaban los temas de arquitectura, inventando el lenguaje clásico de la arquitectura renacentista.

En la obra la “Messa de Bolsena”, de Raffaello, el personaje representado dirige una intensa mirada al observador, realizando una extraordinaria comunicación entre el sujeto que observa y los sujetos representados. Si el ojo renacentista, punto de vista estático, el ojo del caballero azul que revela su presencia en una imagen reflejada, daba una representación simbólica de una realidad en la cual los objetos y los sujetos estaban entre ellos según precisas y estables relaciones.

El final del 700 conduce, a la «necesidad» de representar una realidad de manera tal de servir para una «reproducción técnica» de los productos que solucionen las mismas necesidades. Desde el siglo XIX en adelante el prototipo puede ser reproducido porque es la técnica que exige su reproducción. El dibujo debe poseer la capacidad de reproducir el «objeto», no como «modelo» único e irrepetible, sino como elemento serial que la industria coloca en producción. El dibujo sale de la «bodega» del artista, único creador de la obra de arte, para llegar las mesas de las oficinas técnicas en donde se elabora un producto para la industria. En estos términos se manifiesta la crisis de la perspectiva y la necesidad de nuevos estatutos para representar la realidad.

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