La política tiene una relación de amor y odio con la sociedad, la percepción negativa tiende a generar el rechazo a una condición natural del ser humano. El desconocimiento conceptual es el punto de partida para rechazar una actividad esencial de la vida humana, la política y sus formas están presente desde la composición de la familia. Padre, madre e hijos con sus variantes de integrantes conforman el núcleo de la sociedad pero también es la primera aproximación a un gobierno. Desde el instinto del bebe vemos la persuasión para lograr sus objetivos y los padres poniéndose de acuerdo sobre el sistema normativo para la formación de su(s) ciudadano(s).
La política como actividad la podemos definir como “el espacio público creado por medio el lenguaje para la convivencia entre seres humanos. Con el objeto de armonizar a través de una estructura normativa y de poder, las relaciones que construye el resguardo del espacio público de acuerdo a intereses comunes”. En ella, vemos desde la construcción más elemental como la familia hasta la más compleja como la formación de un gobierno. Es un hecho que todos los hombres y mujeres convivimos en relaciones sociales, sin podernos alejar renegando de una condición natural de la vida. En todos los escenarios hay manejo de poder, persuasión y sistema normativo por solo simplificar en tres elementos la esencia de la actividad política.
El fin de toda actividad política es la convivencia armónica bajo un sistema normativo, entendiendo que el juego del poder es lo menos armónico en la condición humana. Es como referirnos al menos común de los sentidos: el sentido común. Ahora en el sentido amplio de la política al referirnos al contrato social que crea un sistema de gobierno. Hay que comprender que quienes influyen en ella son quienes son capaces de aglutinar factores sociales y económicos o articular demandas para generar presión. Siendo que el poder de quienes ejercen magistraturas de Estados es cada vez más limitado.
La globalización de las comunicaciones ha incidido en el alza de los cuestionamientos del sistema democrático y por ende de los partidos políticos, es decir, cada vez más aumenta el activismo político. La democratización del acceso al internet y las redes sociales, aporta a los ciudadanos un acceso ilimitado de fuentes informativas veraces o manipuladas. Como consecuencia de las redes sociales el poder de los gobernantes está sometida a una dinámica interactiva de cuestionamientos, demandas y agradecimientos. Estamos ante una nueva era de crecimiento de la existencia política sin precedentes. Ni siquiera en la Polis griega el ciudadano tenía forma de incidir en los gobiernos.
En este sentido debemos entonces identificar que está fallando en la actividad política en Democracia y que amenaza su existencia. La clase política gobernante está siendo incapaz en satisfacer las demandas de la sociedad, aunado a los escándalos de corrupción que agobian a los gobiernos está causando desaliento en una sociedad que se mueve por percepciones. La Corrupción es una gangrena que amenaza continuamente a los sistemas democráticos.
La clase política que dirige los partidos políticos se han quedado enclaustrado en una forma tradicional que cada vez es más obsoleto, no porque los métodos no hayan sido exitosos. Por el contrario, lo fueron y algunos aun lo son, pero la obsolescencia se debe a la transformación de la sociedad que en los cinco últimos años han cambiado mucho más que en los últimos cincuenta años. Allí radica otra bacteria que aqueja a la democracia, el no adaptarse a los nuevos desafíos. Para analizar este fenómeno veamos desde una perspectiva eurocéntrica como hay partidos políticos irrumpiendo al sistema, presidentes con organizaciones relativamente nuevas. Véase el caso de Macri, PPK y Macron por solo mencionar tres casos, incluso el mismo Trump que fue un outsider dentro del partido republicano.
Por último, nuestro rol de ciudadano cada vez más distante y que ejercemos desde un teclado o peor, la indiferencia hacia nuestro entorno, cediendo en terceros la acción política como quien deja en manos del azar la posibilidad enriquecerse. La ciudadanía no debe dejar su carrera profesional para dedicarse a la actividad política, pero si debe ejercerla a través de las organizaciones vecinales que procuran el bienestar común, realizar aportes reales de responsabilidad social con indicadores que sean el seguro de vida de una sociedad y porque no involucrarse en temas comunes desde cualquier organización sin dejar a un lado que el ejercicio político nos convoca a todos. Ejercer la ciudadanía no solo es la acción del voto y el reclamo ciego, inicia por entender las dificultades del gobernar con recursos limitados pero con demandas ilimitadas.
Los enemigos de las políticas somos aquellos que no comprendemos que la democracia requiere de gobiernos eficaces, una clase política capaz de renovarse y adaptarse a los cambios de la sociedad, la transparencia necesaria para que los ciudadanos confíen en el sistema. Finalmente, la capacidad que tengamos los hombres y mujeres de no ser meros espectadores, involucrándonos desde un micro gobierno en las soluciones de beneficio común y saber que nuestro aporte tiene incidencias positivas en los cambios que queremos lograr.