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§-7. La sicogenealogía pueden ejercerla sicólogos y siquiatras que se hayan especializado en esta disciplina nueva surgida en los años 70 del siglo pasado. Salvo que no se trate de pacientes con lesiones, traumas o enfermedades cerebrales, en las que deben intervenir neurólogos y neurocientistas, la nueva disciplina puede ser enseñada a profesionales que no tienen que ser necesariamente sicólogos o siquiatras.
§-8. Conviene ahora definir los conceptos más importantes de esta disciplina y de ser posible, evocar ejemplos analíticos de la terapia transgeneracional.
Por ejemplo, el concepto de genosociograma, definido por la autora, Ann Ancelin Schützenberger en su libro ¡Ay, mis ancestros!” (p. 224, nota 19), es un término compuesto, derivado “de genealogía” (árbol genealógico) y de sociograma (representación de los vínculos, de las relaciones), es decir, un árbol genealógico con los hechos que han marcado los acontecimientos importantes de la vida y la puesta en imágenes de los vínculos afectivos. El genograma es un árbol genealógico comentado, con algunas marcas salientes, utilizado sobre todo en terapia sistémica y por sociólogos que no son psicoanalistas, y que entonces ‘escarban’ menos en los relatos de vida en busca de vínculos ocultos o inconscientes. (…) El genosociograma es un genograma más exhaustivo.”
Se dibuja un gráfico con una línea horizontal en cuya mitad se incluye, verticalmente, a los padres del “paciente” inventado que ha ido a consulta; se sube hasta los abuelos, los bisabuelos y los tatarabuelos. La autora dice que ha escarbado hasta siete generaciones o más. En la barra horizontal figuran los hijos-hermanos del “paciente”, quien declara a la terapista que ha venido a consulta por un problema que no le deja vivir ni estar sosegado. La terapista le pregunta por el problema y el “paciente” dice que tiene pesadillas donde él asesina a un desconocido envuelto en una manta y que a veces despierto oye voces que le dicen que debe matar. La terapista le interroga acerca de los acontecimientos pasados ocurridos en su familia y aparece en escena que el bisabuelo del referido paciente fue asesinado y robado por unos asaltantes de camino mientras dormía con su amante.
En la más tierna infancia el “paciente” ha debido oír los relatos familiares de la muerte del bisabuelo, pero en la adolescencia y la adultez los borró y estos pasaron como inscripción al inconsciente del sujeto. Esos relatos espeluznantes, que incluían el cercenamiento de la cabeza y el destripamiento, fueron escondidos de generación en generación como un “secreto de familia”. Y la inscripción en el inconsciente del “paciente” es el fantasma del muerto que ha sido delegado a dicho paciente como deuda.
La terapista interviene para llevar al consciente del paciente el origen del problema que le aqueja y es posible que asumido como tal, se produzca la transformación del mal que no le deja vivir y ya no tenga ni pesadillas ni alucinaciones de voces que le incitan a matar.
§-9. El concepto de parentización es de Boszormenyi-Nagy y se usa en terapia transgeneracional cuando los pacientes sufren el trastorno de los valores familiares. Dice Schützenberger que “la deuda que cada niño tiene con respecto a sus padres por el amor, el afecto, los cuidados, la fatiga y las diversas consideraciones de la que fue objeto, desde su nacimiento hasta el momento en que se convierte en adulto, es la deuda más importante de la lealtad familiar”. (P. 45)
Pero ella añade que cuando esos valores son distorsionados, “los niños de corta edad se convierten en los padres de sus propios padres”. La autora evoca el caso, muy expandido en las familiares rurales, de la hija que “nunca hace su vida”, se queda jamona porque le ha sido impuesta la deuda de cuidar a la madre o al padre, ya en ocaso de su vida. Los niños que han sufrido estas distorsiones entre deudas y méritos desarrollarán, posiblemente, algún tipo de problema mental, inscrito ya en “el gran libro de cuentas de la familia”, debido a “un desequilibrio relacional significativo”, o sea, que esos niños no tuvieron infancia.
§-10. Otro concepto fundamental de la terapia transgeneracional es el de fantasma. Creado por Nicolás Abraham y María Török en su libro “L’Écorce et le noyau”–“La corteza y el núcleo”, traducción al español en Amazon.com y disponible en francés en Amazon.fr, los dos sicoanalistas freudianos introdujeron la noción de cripta y fantasma a partir de sus investigaciones clínicas. Trabajaron en casos de enfermos que decían que habían hecho esto o aquello, sin comprender por qué. Y su respectiva familia reforzaba esas “afirmaciones, explicando que habían actuado realmente ‘como si fuesen otros’.» (P.75) Los autores “elaboraron la hipótesis de que todo pasaba como si hubiera un fantasma que hablaba en lugar de las personas, “a la manera de un ventrílocuo”, incluso actuando en lugar de ellas.” (Ibíd).
Tales fantasmas son “secretos de familia” o tabúes muy escondidos en una “cripta”. El tabú, todos lo conocen, pero no se habla de eso en el seno de la familia, mientras que de los secretos de familia sí se habla. El fantasma se transmite de generación en generación y a algún miembro de la familia le toca ese “premio” y queda “enganchado”, como se dice.
Schützenberger explica los motivos de la cripta y el fantasma: Por supuesto, si el ‘fantasma’ sale de la cripta de un miembro de la familia después de un duelo no realizado, lo que ocurre es que ese hijo o nieto no metabolizó ese duelo no hecho, lo que crearía una suerte de lazo entre las generaciones”. (P. 229, nota 2).
Esos “fantasmas” pueden volver loco a cualquiera, sobre todo cuando se trata de traumas problemáticos como asesinatos, incestos, violaciones, injusticias que al repartir herencias dejan en la miseria a miembros de la familia.
§-11. El concepto de síndrome de aniversario lo acuñó Schützenberger hacia 1975 cuando aplicó el “método Simonton” con enfermos que “padecían cáncer terminal”, pero también, y en primer lugar, a partir de una conversación con su hija que tenía miedo de que su hermanito muriera de la misma forma en que habían muerto otros miembros de la familia de la autora. Y descubrió una historia de abandono y muertes en su familia desde hacía un siglo.
A partir de ese momento, Schützenberger afirma que “cada vez que se ocupaba de un enfermo, buscaba en la historia familiar repeticiones, lealtades familiares invisibles e inconscientes o identificaciones inconscientes con una persona clave amada e importante. (P. 93).
Para ahondar más en este concepto la autora se valió de un estudio de Joséphine Hilgard acerca de historias clínicas correspondientes a los ingresos de un hospitalamericano a lo largo de 1954-57. Esta médica y sicóloga “probó que el desencadenamiento de una psicosis en la edad adulta podía estar ligado a la repetición familiar de un acontecimiento traumático vivido en la infancia por un niño (que pierde a su padre o madre por fallecimiento, internación psiquiátrica o accidente”. (Ibíd.).
Y concluye Schützenberger: “cuando el contexto se repite, esto es, cuando ese hijo alcanza él mismo la edad de ese progenitor (internado, por ejemplo) y tiene un hijo de la misma edad que tenía él mismo en el momento de la internación o de la pérdida de su madre (doble aniversario), por ejemplo, suele haber repetición de internación de forma estadísticamente significativa”.