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En nuestro trabajo “Población, endogamia y consanguinidad. Genealogía en la sierra de San José de Las Matas” (Academia Dominicana de la Historia, revista Clío núm.182, julio-diciembre 2011), apuntábamos que las primeras referencias de habitabilidad de determinados puntos de esa zona de la provincia de Santiago se sitúan en el siglo XVIII a partir de las noticias sobre posesión de esclavos en San José de Las Matas y Jánico en 1776; su condición de “partidos” de la parroquia de Santiago hacia 1783; la existencia de un núcleo poblacional en Jánico en el lapso 1767-1777; las presunciones sobre migraciones intraserranas en el período 1780-1800 y la teórica presencia de habitantes en la sección de Guama en la primera década de 1700, así como actas de defunción de personajes de nuestra genealogía familiar, que permiten ubicar sus nacimientos entre 1819 y 1830 y los de sus padres entre 1789 y 1795.
Más allá de estas pistas, hemos localizado interesantes documentos que ratifican nuestra hipótesis dieciochesca.
El más importante de ellos es un amparo real proveído para el sitio de Babosico a favor de Juan Suriel, vecino de Santiago, por Ruperto Vicente de Luyando, del consejo de Su Majestad, oidor y alcalde del crimen de la Real Audiencia y Cancillería de Santo Domingo y juez general subdelegado de realengos.
El documento está fechado en Santo Domingo el 5 de abril de 1769 y llegó hasta nosotros gracias a que una copia del original, expedida el 24 de febrero de 1812 por el escribano público y de cabildo Antonio Valdez a Nicolás Fernández, fue depositada en 1914 por Antonio Fernández en la oficina del notario de Santiago Joaquín Dalmau para ser protocolizada en su archivo.
El área de aquel terreno, comprendida “desde las cabezadas de Gurabo, todo el camino real hasta las cabezadas de Zalalla; y de las cabezadas de Zalaya á el Charco del Asijar; Bao arriba hasta la boca de Gurabo; todo Gurabo hasta las cabezadas donde se comenzó”, se desgajaría en el curso del tiempo, ya fuese entre sus descendientes o entre adquirientes de porciones, como se colige de actos posteriores.
Un segundo documento hace referencia justamente a Nicolás Fernández, cuyos bienes, a su fallecimiento, fueron inventariados y partidos entre su viuda Gertrudis Gil e hijos por el escribano real Antonio López el 12 de septiembre de 1816, fecha que permite situar su nacimiento en el siglo anterior.
Una de sus hijas, María Fernández, heredó 25 pesos de terreno comunero en Boca de Bao, que vendió a su nieto Juan Tineo, quien a su vez los vendió en 1887 a Doroteo Tineo por ante el notario Joaquín Dalmau. Este último vendió en 1901 una acción de cinco pesos de terreno de aquellos 25 a Maximiliano Rodríguez, operación que ratificó en 1914 por ante el mismo Dalmau.
Instituto Dominicano de Genealogía