La sugestión, histerismo y curaciones religiosas

La sugestión, histerismo y curaciones religiosas

José Miguel Gómez

Hace una semana que vivía y venían a mi memoria los acontecimientos curativos a través de la religiosidad popular que se practicaba en los grupos necesitados de la curación, de sus (posesiones) o de las fuerzas negativas o energías endiabladas que se adueñan del alma o del espíritu. Los pueblos más primitivos, los más pobres y los más ignorantes, cuando no tienen una respuesta Bio-psicosocial a sus males, necesitan una respuesta simbólica: el mal de ojo, el bacá, la brujería, la hechicería, la posesión, lo vendieron al demonio, “le echaron una cosa”, el diablo anda suelto, lo tienen controlado, etc. Siempre la ignorancia, la pobreza, el subdesarrollo, se alimenta y se sostiene de respuestas simbólicas mágico religiosas, culturales y de creencias supersticiosas, o de historietas que sirven para ejercer control, para producir acatamiento, sumisión, miedo, lineamiento, o el reconocimiento de privaciones de fuerzas poderosas a través de personas elegidas: brujos, hechiceros, poderosos, especiales, “profetas” que dicen tener poderes o fuerzas naturales que Dios le ha dado, les ha elegido y les tocó y le habló en un sueño o revelación para salvar, sanar, curar, obtener dinero, poder y fortaleza.
La presencia del predicador T. B. Joshua, un hombre histriónico que tiene la habilidad y destreza de realizar la dramatización, el teatro, a través del lenguaje corporal: con gestos, posturas, miradas que le llevan a posicionarse y ejercer influencias y control a través de la sugestión. Entre el histerismo colectivo para realizar curaciones que se manifiesta en las personas en un trance o conversión colectiva: (agitación psicomotora, disociación momentánea, y cambio de la voz que las personas dicen “sentir una fuerza, un frío, una posesión o control, de su cuerpo”. Para sentir la sensación de sanación hay que vivir con un sistema de creencias limitadas o distorsionadas a través de la cultura de que existen fuerzas influyentes o simbólicas que realizan curaciones. Me duele ver a profesionales: médicos, ingenieros, abogados, maestros, guardias, policías, entrar en transe y de solo el predicador T. B. Joshua tocarles, saltan y se caen, se despojan de prendas y dinero, lo entregan como gratitud por la “sanación”. Es decir, el desarrollo académico y social, no influyen en el desmonte del sistema de creencia si la persona no lo confronta y lo discrimina a través de pensamiento lógico, racional y potencialízate, que le dé explicación a los factores biológicos, psicológicos, emocionales, espirituales, filosóficos, antropológicos y sociológicos.
Los profetas como T. B. Joshua, y otros profetas que han venido no se le ocurre hacer curaciones colectivas de histerismo social, en Finlandia, Noruega, Dinamarca, España, etc. El posicionamiento de la influencia mágico-religiosa se dan en la sociedades que no han evolucionado socio-culturalmente, y los profetas vienen también de la condición de exclusión o de las mismas influencias, solo que tienen los rasgos de personalidad, las habilidades para sintonizar e influir en aquellas masas necesitadas de respuestas simbólicas y no sociales.
A los tocados por T. B. Joshua que se sienten curados: cardiópatas, diabéticos, bipolares, depresivos, adictos, artríticos, etc, que por favor vuelvan a sus médicos, a sus chequeos y sus seguimientos. T. B. Joshua, es un ansiolítico o un circo de distracción que hace un efecto por un tiempo a una masa necesitada y hambrienta de una respuesta simbólica e intangible para seguir dormida y existiendo, pero sin respuestas ante la desmoralización sin esperanza.
En la sociedad moderna y desarrollada las personas se curan con buena invención en salud, con educación de calidad, con desarrollo sostenible, con buena seguridad social, con bienestar y felicidad; Pero sobre todo, con personas existencialmente más empoderadas ante su existencia y razón de existir. Allí no digieren ni asimilan al T. B. Joshua. Estos acontecimientos forman parte de la atrofia espiritual, de la falta de sustancialidad y de contenido con que se trata y se juega con la fe, la esperanza y las razones existenciales verdaderas. Pero también es la búsqueda de la nueva visibilidad y de la búsqueda de trascendencia que legitima la globalización y la transculturación. En esa pobreza espiritual, paradójicamente los más pobres siguen siendo los ratones de laboratorios, en el que se practica el oscurantismo y el acatamiento social para llevarlos a la sumisión social. ¡Qué pena!