Por: José Miguel Guzmán
La invasión rusa de Ucrania puede estar sellando el trágico destino demográfico de un país. Aunque se desconoce cómo evolucionará esta guerra o cuándo y cómo terminará, ya está afectando sustancialmente a la población de Ucrania, en parte debido a las ambiciones rusas de apoderarse de parte del territorio ucraniano.
La historia ha demostrado que los efectos demográficos de una guerra no solo serán significativos durante la guerra en sí, sino que seguirán teniendo un impacto durante décadas en el futuro. Esta guerra podría ser especialmente devastadora desde el punto de vista demográfico para Ucrania debido a la situación anterior a la guerra: Ucrania ya estaba experimentando una población en declive, baja fecundidad y baja esperanza de vida en comparación con sus vecinos europeos.
Aunque los efectos demográficos de esta guerra se extienden más allá de las fronteras de Ucrania, este artículo busca cuantificar aproximadamente los efectos hasta la fecha, así como los efectos demográficos potenciales para Ucrania.
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Sería ingenuo considerar la situación y las tendencias demográficas como factores principales que definen el interés de Rusia en invadir Ucrania, en particular considerando las ambiciones del presidente Vladimir Putin, las complejidades de las relaciones históricas entre Rusia y Ucrania, la situación política de Ucrania antes de la guerra y su papel geopolítico como actor principal en la cadena mundial de suministro de alimentos, entre otras consideraciones.
En consecuencia, hablar de la supervivencia demográfica podría parecer irrelevante a la luz de los acontecimientos en curso: un país devastado por una invasión injustificada y millones de familias, mujeres, niños y ancianos que abandonan el país para sobrevivir, alojándose en albergues que son bombardeados sin consideración, o intentan vivir normalmente sabiendo que nada es seguro.
Sin embargo, la evidencia histórica indica que la demografía ha sido muy relevante para Ucrania, particularmente durante la primera mitad del siglo XX, cuando el país experimentó sucesivos “cambios demográficos sin precedentes en la historia moderna”, incluida la gran hambruna de 1932-1933, a la que se hace llamar como el Holomodor (muerte por inanición), cuando un estimado de 4 a 5 millones de ucranianos perdieron la vida.
Si el país no hubiera experimentado repetidas catástrofes y emigraciones, el tamaño estimado de la población en 1990 habría sido de 87,2 millones en lugar de 51,6 millones.
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En una futura fase de reconstrucción, el país deberá enfrentar una situación demográfica aún más crítica y los efectos de la crisis humanitaria masiva que ha creado esta invasión.
Los efectos demográficos a corto plazo de la guerra en Ucrania ya existen, y son devastadores para un país que ya era débil en cuanto a su perfil demográfico. Aunque los efectos a largo plazo son impredecibles, será difícil evitar la perspectiva de una tragedia demográfica continua. Sin embargo, esto no es solo una tragedia demográfica; es una tragedia humana. Si bien esta guerra probablemente no será un segundo Holomodor para Ucrania si se mide por el número de muertes, su impacto probablemente será peor debido a los efectos de la guerra y la expectativa futura de tener un poder tan destructivo como vecino.
Al llevar a cabo una intervención militar despiadada destinada a lograr, entre otros resultados, su propia expansión demográfica, Rusia puede haber deseado demostrar, como continuación de una guerra contra Ucrania que comenzó en 2014 con el Euromaidán, la inviabilidad (incluso demográficamente hablando) de Ucrania como nación.
Sin embargo, la guerra ha venido a demostrar lo contrario, como lo demuestra el surgimiento de un espíritu e identidad nacional bajo el liderazgo del presidente Volodymyr Zelensky.
Es de esperar que la resiliencia demográfica del país, que ha sido llevada al límite por la invasión y la guerra rusas, se vea reforzada y fortalecida por este espíritu y que las nuevas generaciones ucranianas puedan construir el futuro que se merecen en un país demográficamente floreciente.
Un panorama demográfico más positivo, necesario para la recuperación económica y la reconstrucción del país, debe basarse en un conjunto de políticas y acciones que incluyan al menos estos tres elementos: a) una recuperación de las tasas de fecundidad basada en el fortalecimiento de la equidad de género y la construcción apoyo familiar, b) grandes inversiones en salud y reducción de la mortalidad y capital humano, y c) una audaz política de inmigración que atraerá a trabajadores y familias de otros países para llenar los vacíos en la estructura de edad y sexo de la población y traer y sostener la nueva mano de obra estructura de suministro, suficiente en número y habilidades, necesaria para reconstruir el país.
En su reconstrucción como un país resistente y más fuerte, la contribución que la demografía pueda hacer a Ucrania será una parte esencial de la solución.