La trágica historia detrás del libro Complot Develado

La trágica historia detrás del libro Complot Develado

Tres días después de la salida hacia Brasil del grupo de militantes catorcistas que se habían asilado en la embajada brasileña en Santo Domingo, el periódico El Caribe del 25 de mayo de 1960 anunció en primera plana la puesta en circulación de la obra Complot develado, “un libro revelador de la génesis y la evolución del llamado Movimiento 14 de Junio contra el Gobierno dominicano y escrito por un miembro del complot, el doctor Rafael Valera Benítez”. Era una historia y prologada por el supuesto autor de la obra, quien narró con lujo de detalles la historia que se escondía detrás de la la versión oficial divulgada por el régimen trujillista sobre el libro. El Dr. Valera Benítez describió y explicó que de todo lo allí expresado “sólo dos declaraciones -de Rafael Faxas Canto– se incluían en el texto del libro. Todo lo demás era pura versión acomodada y mentirosa”.

Para este prestigioso abogado, la lucha contra Trujillo fue particularmente dura desde que se unió a la Juventud Democrática en 1946, organización en la que ocupó la secretaría general del Comité de Ciudad Nueva, en el Distrito Nacional. Por su activismo, fue arrestado en varias ocasiones en condiciones inhumanas en la Torre del Homenaje. También fue trasladado a “un campo de concentración junto a otros opositores” e incluso expulsado de la Universidad de Santo Domingo. No obstante, a pesar del acoso y la represión policial, continuó trabajando en la resistencia clandestina, integrándose en 1959 al Movimiento 14 de Junio, por lo que fue nuevamente arrestado en 1960, y en cuyas cárceles, tal como lo describe Tony Raful, “su cuerpo sanguinolento parecía una masa deforme, irreconocible. Sus uñas habían sido extraídas de su cuerpo. Sus partes habían sido torturadas”.

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En su referido prólogo, Valera Benítez (Fefé, para sus familiares, amigos y compañeros), le atribuyó la concepción y autoría del texto al jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), coronel Johnny Abbes García. Para llevar a cabo su propósito, Abbes contó en un primer momento con la colaboración forzada de Leandro Guzmán y Rafael “Pipe” Faxas, en función de sus contactos y experiencia en la estructuración del movimiento. Poco después, se integró a los compañeros Alfredo Manzano, Lisandro Macarrulla y Rafael “Fafa” Taveras. A fin de proporcionar el estilo periodístico que requería, los tres primeros sugirieron el nombre de Valera Benítez, en su condición de periodista, para que hiciera de corrector de estilo. Abbes García, por su parte, desarrolló el plan de trabajo, seleccionando una serie de declaraciones que debían ser tergiversadas, según las finalidades políticas del Gobierno.

En la división del trabajo que se estableció, Fafa Taveras redactó el capítulo sobre la participación de sacerdotes y seminaristas en el movimiento. Leandro Guzmán y Pipe Faxas escribieron sobre su génesis y evolución, vinculando sus contactos con el exilio y sus principales dirigentes. Macarrulla continuó con el diseño del esquema del movimiento junto a Guzmán, Faxas y Manzano. Cada capítulo se enviaba a Abbes García y Cándido Torres para su revisión y asegurar que se ajustara a las pautas establecidas. El texto fue elaborado en una “silla eléctrica” desde el temible centro de detención, tortura y exterminio de “La 40”, donde estos seis catorcistas presenciaron escenas impactantes, por lo que solicitaron ser trasladados a una caseta contigua que servía como depósito de instrumentos represivos, repleta de foetes ensangrentados, bastones eléctricos y sogas que habían sido utilizadas en las crueles prácticas de tortura.

Desde ese escenario, ambientado por los desgarradores suplicios de los nuevos presos, Valera corregía cuartillas, Faxas, Manzano o Macarrulla dibujaban y Guzmán recontaba fotografías de los compañeros presos o asesinados, etc.

Frente a ellos estaba el cuadrilátero conocido como “El Coliseo”, donde se aplicaban los castigos, lo que significaba que tenían que presenciar y escuchar los gritos o dramáticos alaridos de las sesiones de tormento, así como el sonido de los foetes. “Juan mi Sangre”, un temible verdugo, pasaba por las celdas con una advertencia que les llenaba de temor, pues les anticipaba la próxima matanza.

Las víctimas eran previamente obligadas a firmar cartas falsas destinadas a sus familias, informando sobre una fuga exitosa o una supuesta estadía en el extranjero. Las cartas eran enviadas después de su ejecución, revelando la crueldad del engaño. Esta práctica se descubrió rápido, y las familias, al recibir las cartas, sabían la verdad y comenzaban su duelo.

El libro circuló dos meses antes de la excarcelación de Valera Benítez. Según cuenta, algunas personas pensaron que lo había escrito bajo coacción, pero esa idea era totalmente falsa, ya que ni él ni sus compañeros habían sido los autores, siendo enfático en afirmar que “el único autor se llama Johnny Abbes García”, quien además le puso el título «Complot Develado», argumentando que el movimiento había sido descubierto, pero no derrotado, lo que evidencia su atención por los detalles semánticos y gramaticales.

Desde su perspectiva, la razón por la que se le atribuyó la autoría se debió a circunstancias específicas que explicó, indicando que en un primer momento se consideró adjudicársela al Dr. Manuel Aurelio Tavárez Justo, Leandro Guzmán o a Rafael Faxas Canto, pero estos fueron descartados debido a que estaban condenados a muerte.

En su caso, al ser reconocido como periodista y enemigo del régimen, se consideró mejor asignársela, ya que su perfil se ajustaba más a la supuesta libertad de prensa que el régimen quería mostrar en el exterior, lo que sirvió a su vez como una especie de suspensión temporal de su condena de muerte. Al igual que Sina Cabral, Fefé Valera fue de los que pudo asilarse en la embajada de Argentina, en un contexto marcado por el atentado a Rómulo Betancourt, tal como veremos en la próxima entrega de esta serie.

Dr. Amaurys Pérez, Sociólogo e historiador UASD/PUCMM

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