En otras circunstancias y con otros protagonistas uno hubiera tenido razones para esperar que la tregua decretada por el CMD en su guerra contra las ARS, que ha convertido a los pacientes que pagan un seguro de salud en sus víctimas colaterales, abra la posibilidad de que durante la pausa, aun siendo tan breve, sus directivos caigan en la cuenta de que por el camino que va su lucha no alcanzarán el objetivo que dicen haberse propuesto, que en la medida en que se prolonga el conflicto, sin una solución a la vista, se ve cada vez más difuso y difícil de entender.
Por la forma en que los directivos del gremio han manejado sus reclamos de mejores honorarios y una cobertura de salud más amplia, definitivamente justos y necesarios, hay pocas probabilidades de que eso ocurra, para decepción, me atrevo a decirlo, de las organizaciones religiosas y de la sociedad civil que le pidieron hacer un alto en su lucha.
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“Queda pues en manos del Poder Ejecutivo valorar esta tregua de una semana para que los acuerdos y el diálogo vuelvan a ser ejes cardinales en la solución de un conflicto que se extiende ya por casi cinco meses”. Las palabras del doctor Senén Caba, presidente del CMD, desconciertan y confunden, y cualquiera que al leerlas se entere por primera vez de los reclamos de los médicos pensaría que de parte de las autoridades de salud ha faltado voluntad de diálogo y concertación cuando ha sido todo lo contrario.
Pero es evidente que para el doctor Caba el único diálogo válido es aquel en el que su interlocutor solo pronuncia las palabras que complacen sus exigencias, aun aquellas imposibles de satisfacer porque los números no cuadran, y para colmo sin ceder un solo centímetro en sus posiciones. Así no es posible lograr ningún acuerdo ni arribar a una solución, simplemente porque eso no es un diálogo ni una negociación sino un chantaje. Y lo peor es que nadie parece dispuesto a detenerlo, a pesar de que está comprometida la salud de más de cuatro millones de personas.