La Unité d’Habitation: no un edificio, sino una ciudad en forma de edificio

La Unité d’Habitation: no un edificio, sino una ciudad en forma de edificio

LE CORBUSIER (CHARLES-EDOUARD JEANNERET) (1887-1965).

“No un edificio, sino una ciudad en forma de edificio”. Así escribió Baldassare Castiglione en el libro del “Cortegiano” publicado en 1528, al describir la calidad, la novedad y belleza del Palacio Ducal de Urbino (Italia).

El 14 de octubre de 1952 se inauguró la Unité d’Habitation de Marsella, un edificio símbolo de una nueva forma de ver y experimentar la arquitectura, expresión de las más modernas técnicas de diseño y construcción, emblema del racionalismo, de las teorías de la Bauhaus y síntesis de todas las experiencias y teorías de Le Corbusier (Charles-Edouard Jeanneret) (1887- 1965). Le Corbusier supo transfigurar los principios de la arquitectura clásica en clave moderna sin hacer distinciones entre la arquitectura y el urbanismo, situando, al centro de su visión creativa, al Hombre, como proporción armónica de todas las cosas. El sistema de medida de Le Corbusier, “Le Modulor”, se convirtió en sistema de proporciones a partir de la medida de 2,26 metros, que corresponde a un hombre con el brazo levantado. El nombre “modulor” nace de la fusión de la palabra módulo y la sección de “oro” (sección áurea). El Modulor era una escala dimensional en parte de derivación matemática y en parte antropomórfica que se refería específicamente al hombre masculino y no femenino y no discapacitado, en ese sentido, para muchos, las teorías del módulor de Le Corbusier, eran consideradas medidas arbitrarias. Le Modulor también sirvió de base para la estandarización del proceso de construcción, los materiales y los accesorios. Le Modulor, se aplicó en el diseño de la Unité d’ Habitatión (1945-1952). El edificio de Marsella, según Le Corbusier, debía ser el primero de una serie de esa tipología de edificios que habrían contribuido a resolver los problemas habitacionales de la posguerra. Además de la Unité de Marsella se construyeron otros cuatros: en Rezé-les-Nantes (1953-55), en Berlín en 1957, en Briey- Forét en 1961 y en Firminy en 1967.

El edificio de Marsella fue construido en el boulevard Michelet, después de cinco años de numerosas dificultades debidas, a los problemas relacionados con la necesidad de adaptación de los obreros y personal de las distintas empresas al uso de los nuevos materiales, como el “beton brut”, y la nueva tipología de edificio inusual en aquella época, en la que se estaba probando el proceso de prefabricación. Edificio que nace, después de la guerra, de la necesidad de viviendas sociales, fue encargado por el Ministerio de Reconstrucción a Le Corbusier. La Cité Radieuse, fue un sistema experimental, donde según Le Corbusier, se restableció la relación entre el hombre y la naturaleza, se construyó en un área periférica de la ciudad de Marsella, de aproximadamente 3,500 metros cuadrados rodeada de vegetación. El edificio, que podía albergar a unas 1600 personas, se extiende a lo largo de 140 metros de largo y 24 metros de ancho, de 18 niveles, con una altura de 56 metros, 337 apartamentos, todos dúplex, con 23 tipologías y 26 servicios comunes.

El Ayuntamiento de Marsella decidió inicialmente entregar los primeros apartamentos a empleados públicos, a quienes tenían derechos, por daños sufridos en la guerra, etc. Posteriormente se decidió venderlos todos, cosa que ocurrió entre 1952 y 1959. En aquella época, el edificio lo llamaban, “le cube de béton” (cubo de hormigón), hoy se considera un destino turístico obligado de la Ciudad de Marsella.

Desde el principio, el edificio representa lo moderno en todas sus partes, el uso del hormigón, su material principal, su aspecto exterior absolutamente nuevo. La vida en la Cité Radieuse estaba organizada hasta el último detalle, el edificio era expresión directa de necesidades funcionales. Era un pueblo en miniatura, una ciudad vertical con servicios distribuidos a lo largo de la calle central y del jardín del techo. El modelo inspirador de este concepto de ciudad vertical fue la Certosa di Ema al Galluzzo (Florencia), que Le Corbusier visitó en 1907.

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La Certosa era una mezcla absolutamente equilibrada de vida comunitaria e intimidad, cada celda contiene todo lo necesario para vivir, los patios, jardines comunitarios y áreas de oración eran los espacios colectivos, Le Corbusier entendió cómo debería “funcional” un edificio de viviendas. El edificio tenía que ser una “machine a habiter”, una estructura de hormigón armado similar a un tablero de ajedrez en los que los 337 apartamentos encajan como en un rompecabezas. Las celdas habitables, colocadas transversalmente al lado longitudinal del edificio, representaban la dimensión privada en la que se salvaguardaba la intimidad de la vida familiar, pero con la posibilidad, incluso con un intercomunicador, de conversar con los demás inquilinos. Las celdas eran todas iguales, no estaban vinculadas a la clase social a la que pertenecían, solo cambiaba la superficie de los apartamentos individuales y todas las entradas daban a los pasillos centrales, las cinco calles interiores. En las plantas séptima y octava, una calle recorre longitudinalmente todo el edificio, haciendo que todos los servicios sean fácilmente accesibles para los habitantes, una escuela, una biblioteca, una guardería, un supermercado, un hotel de veintiuna habitaciones, una lavandería, tiendas, etc. En el techo, un jardín, una piscina, un parque infantil, una guardería, un solárium, un auditorio al aire libre y una pista de gimnasia de 300 metros. El color se coloca como connotación distintiva que caracteriza los espacios en claro contraste con el gris del concreto. Desde el techo se puede contemplar vistas a las montañas de un lado y al mar del otro. El paisaje verde y el sol fueron los elementos indispensables que caracterizarían la Cité Radieuse. Todo el edificio fue diseñado hasta el más mínimo detalle. El mobiliario de las cocinas fue diseñado por Charlotte Perriand, las cocinas abiertas y comunicadas a los salones, las estufas tenían las modernas campanas sobre las hornillas y la nevera podía cargarse desde afuera. Armarios empotrados, puertas correderas, parquet, escalera interior de madera, librería para dividir los espacios, una especie de buzones exteriores donde se dejaba la lista de compras a los negocios y el supermercado. Baños básicos sin cerámica, superficie de vidrio en todo el apartamento. Calefacción centralizada con salidas a cada apartamento. Una nueva organización de los espacios significó necesariamente una nueva forma de vivir, dadas las soluciones y la organización espacial rígidas, daba muy pocas posibilidades a cambios y modificaciones a los residentes, al fin y al cabo, la casa estaba equipada con todas las comodidades disponibles en ese momento. Las formas eran elementales, geométricamente puras, los estilos del pasado desaparecieron.
Los conocidos Cinco Puntos de la Arquitectura de Le Corbusier, fueron finalmente probados en un edificio público. La Unité d’Habitation de Marsella, permitió la verificación de este innovador programa de diseño (los Cinco Puntos) a gran escala y de forma estructural.

1- los Pilotis. 2- las Plantas libres. 3- las Fachadas libres. 4- las Ventanas en forma de cinta y 5- el Jardín en el Techo.

La utilización de “pilotis”, en este caso pilares macizos de forma troncocónica, permitió elevar la construcción respecto del suelo, permitiendo aprovechar el espacio situado debajo para otras funciones, y, sobre todo, garantizando que el edificio no estuviera en contacto con la humedad del suelo. Las plantas, fachadas libres y ventanas en cinta fueron posibles gracias al uso de marcos de hormigón armado en lugar de tabiques de mampostería, y la posibilidad de separar las losas de los pisos de las fachadas, aprovechando los espacios libremente con grandes ventanales. Con techos planos, se recupera el espacio del techo y se utiliza para actividades y servicios comunes para los residentes, y nuevas zonas verdes.

Con el paso del tiempo, los hábitos y necesidades de los habitantes cambiaron, y, aunque el hotel y la escuela se mantienen, algunos servicios han dado el paso a otras actividades.

Este edificio, muy discutido en la época de su construcción, se ha convertido hoy en un lugar muy de moda y bastante caro para vivir, una residencia muy solicitada por artistas, sede de una viva actividad cultural compartida por la comunidad de residentes que defiende sus intereses y desarrolla las relaciones humanas.

En 1986, la Unité d’Habitation de Marsella se convirtió en un monumento histórico. En 2016 la Unesco lo incluyó en la lista del Patrimonio Mundial junto a otras 16 obras de Le Corbusier, un merecido reconocimiento para uno de los Padres de la Arquitectura.

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