El tablero político electoral, como siempre, se debate entre hombres. El rol masculino ha tenido el control, protagonismo y el poder. Son resultados de cultura de la patrifocalidad, del machismo, de la inequidad y desigualdad de género que se refuerza y se construye en República Dominicana.
Para una mujer escalar puesto en una empresa, en un gremio o en política es un verdadero desafío, y debe incidir su personalidad, inteligencia y carisma para abrirse espacio, o sea, vencer el sistema de creencia distorsionado y limitante de que, el poder y la política son casos de hombres.
Desde siglos pasados, el poder era para hombres viriles, guapos y fuertes, para enfrentar los caudillos, las montoneras y luchas intestinas que se fraguaban en cada región. Después de la guerra fría, de las nuevas aperturas democráticas y de los espacios construidos por las mujeres, existe más tolerancia y mayor participación en actividades políticas y sociales.
Aunque la historia testifica el rol combatiente y protagónico de la mujer: desde Anacaona, María Trinidad Sánchez, Juana Saltitopa, las Hermanas Mirabal, y otras tantas mujeres que aportan y continúan aportando al desarrollo democrático.
Los presidenciables por partidos son hombres: Luis Abinader, Leonel Fernández y Abel Martínez. El buen olfato político habla de una bipolaridad electoral, y de un gasto económico desmedido para ganar en primera vuelta. Los acuerdos o apoyos electorales se podían dar en función del resentimiento, odio, económicos, por controles y traiciones, o cerrarle el paso o evitar que alguien llegue, y por arreglos a futuro que, en política no hay buena memoria de que logren funcionar ni aplicarse.
Los temas tradicionales de las viejas campañas sobre corrupción, nacionalismo, anti haitianismo, moralidad, justicia social, o institucionalidad, serán temas excluidos de los debates.
De forma tibia, entre anemia y poca vergüenza se tratarán los temas ley de salud y ARS, educación y reforma fiscal y eficiencia del gasto público, presión tributaria, distribución equitativa, desarrollo social sostenible, fidecomiso, medio ambiente y sistema de pensiones, entre otros temas.
La elección de la vicepresidenta no podrá dejarse para último minuto, el voto femenino y de los jóvenes va incidir de forma sustancial en las elecciones 2024. Las vicepresidentas tendrán que ser mujeres de la región Norte o Capital en función de la fuerza o necesidad de sumarle al candidato.
El perfil de la candidata a la vicepresidencia sería diferente a las viejas tendencias: que no aspire, no tenga grupo ni incidencia en el partido, poca sed de poder, que sume pero que no opaque al candidato, que pertenezca a un sector económico, empresarial o corporativo o social; que se acoja a la línea y discursos del candidato, que hable poco, pero claro y asertivo; que trabaje y busque los votos y establezca empatía con las mujeres y los hombres jóvenes.
El liderazgo, carisma, conectar con los votantes, y tratar los temas que la población espera, son determinantes de la vicepresidenta, y eso, son atributos de la personalidad, del carácter, temperamento, inteligencia, habilidades y destrezas que se va desarrollando y adquiriendo en la participación social y política.
Las vicepresidentas del 2024 deben aportar votos, fortalecer y trabajar con las mujeres y los jóvenes, asumir propuestas, empatía y fortaleza emocional para ganar-ganar dentro y fuera del partido.