Resultado de un sistema patriarcal, machista, misógino, reduccionista
La historia de la vulnerabilidad de las mujeres es casi la historia de la propia humanidad. Los cambios de sistemas económicos, sociales y políticos,se han producido en los últimos 100 años.
Las condenas por pertenecer a un grupo, color de piel, religión, género, ideológico y la procedencia cultural, también, son más tolerables y de mayor aceptación que décadas anteriores.
Los fanatismos, la supremacía blanca, la segregación, los rechazos étnicos, el miedo por las otras culturas, se manifiestan de forma aislada o en pequeños grupos, pero, de forma general se rechazan y se confrontan como prácticas inaceptables en el mundo pos moderno.
Si no, pregúntele a Donald Trump; por qué no pudo sobrevivir, ni reelegirse en un mundo que ya no es posible llegar o mantenerse excluyendo ni pisoteando a las minorías.
Los cambios de la industria, la tecnología, los derechos civiles, religiosos, políticos, laborales, sociales, económicos; junto con la movilidad, el conocimiento, las aperturas globales y de las redes sociales, son las que influyen en el cambio de los paradigmas, del desmonte de las creencias y de pensamientos distorsionados y limitantes de grupos enquistados en las élites económicas, políticas o sociales de cualquier país.
La tolerancia, la convivencia y socializar la existencia, se basan en el mundo actual bajo la equidad, derechos, bienestar social, oportunidades al desarrollo, el acceso a la salud, la educación, al trabajo y a la felicidad.
El mundo cambió, y a veces, los conservadores, las personas de visión corta y mentes limitadas no logran comprender la historia de una humanidad que ha decidido no mirar al pasado para entender su futuro y, menos, perder el miedo en asumir el presente.
En siglos pasados se le dificultó a las realezas, los nobles y dinastías, poder entender los derechos y las oportunidades de las mujeres, pero tampoco, lo entendieron las dictaduras, los marxistas ortodoxos, los liberales populistas, ni los que apostaban a la tercera vía neoliberal, creyendo sustentar y regular la existencia a través del mercado y la acumulación; reproduciendo más pobreza y mayor inequidad, siendo las mujeres las más visibles y las más vulnerables.
¿Quiénes son más vulnerables? ¿A quiénes se les niegan derechos? ¿Quiénes tienen que ser más resilientes para sobrevivir dentro del nuevo contexto socio cultural? Sencillamente las mujeres; las exclusiones, la pobreza, la negación de derechos, inequidad salarial, prejuicios, estereotipos, roles, y asignaciones que limitan y posesionan a las mujeres en las desigualdades de todo tipo; son el resultado de un sistema patriarcal, machista, misógino, reduccionista que ha sostenido social y culturalmente las diferencias entre los géneros.
Los daños colaterales de esos sistemas de creencias, sociales, políticos, culturales y estructurales, son los que han reproducido el matrimonio infantil, embarazo en adolescentes, feminicidios, acosos sexuales, denigración, y el desconocer los derechos civiles y políticos de las mujeres a través de los años.
Miles de mujeres valiosas y luchadoras han conquistado derechos laborales, civiles, educativos, intelectuales, contra la violencia y la explotación de niñas, adolescentes y mujeres en diferentes partes del mundo. Sin embargo, aún persisten viejas prácticas y políticas distorsionadas y mentalidades enfermas que siguen apostando al oscurantismo, a la negación de conquista de derechos a las mujeres y niñas.
Las consecuencias y el impacto psicoemocional ha afectado a millones de mujeres: baja autoestima, pobre identidad, falta de reconocimiento, victimización, dependencia emocional, culpa y resignación, acatamiento social, etcétera.
No existe la vulnerabilidad por una condición biopsicosocial, ni espiritual por diferencia de género. Son las determinantes construidas, alimentadas y mantenidas en las esferas del poder político, económico social y religioso que aceptan los muros mentales que limitan escalar a las mujeres.
Muy a pesar de los pesares, la evolución, el crecimiento, los posicionamientos y las conquistas de los derechos de las personas a existir con dignidad, con bienestar, con felicidad y con derechos políticos van creciendo y derrumbando o desmontando y confrontando las viejas y distorsionadas creencias de vulnerabilidad del género femenino.