Las discapacidades mentales ameritan mayores atenciones

Las discapacidades mentales ameritan mayores atenciones

Además de faltar la amplitud de programas orientados a prevenir incapacidades psíquicas que marginan personas o las colocan en conflicto con el medio en que habitan, no existe tampoco una opción cabal sostenida por el Estado para el manejo pronto y cercano de pacientes con trastornos nerviosos graves y a veces desgarradores para familias y la sociedad. Para los traumas y patologías que afectan órganos que no son el cerebro la red sanitaria dispone, con regularidad y fallas superables, áreas de emergencia.

Sin embargo, para seres atrapados en pérdidas de facultades para la interacción social de difícil control cuando se desconoce la forma de hacerlo no están expeditos los centros de acogida para superar incertidumbres y reacciones violentas.

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Por demás no se percibe un ejercicio de divulgación por diferentes medios hacia la comunidad para que la gente esté lo más avisada posible para descubrir en su entorno signos precursores de deterioros mentales que deben ser atendidos a tiempo ni se divulga la disponibilidad de consultorios de este renglón que apenas existen. Penosamente un sector de los médicos prefiere que no gane terreno la atención primaria que ayudaría, sobre todo a los pobres, a salir de quebrantos simples antes de que puedan volverse complicados.

En lo que al Gobierno respecta la prioridad de difusión no es llevar buena orientación sanitaria al pueblo sino entusiasmarlo ilusoriamente a su favor. Las metas políticas retardan las sociales.

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