Desde mucho tiempo atrás, todos los Gobiernos cuando llegan, han hecho reformas tributarias o lo que es lo mismo, han creado nuevos tributos. Lo vemos razonables, porque la inflación y el crecimiento de la economía así lo demandan, pues un peso de hoy no vale lo mismo que un peso de varios años atrás.

En el año 2012, el Gobierno que tomó posesión el 16 de agosto, el de Danilo Medina, dictó la Ley Número 253-12 denominada “Para el Fortalecimiento de la Capacidad Recaudatoria, etc.” de fecha 2 de noviembre del 2012.

Esta nueva normativa, en su Considerando quinto expone que “el gasto tributario fruto de las exenciones y deducciones de impuestos ha contribuido de manera sostenida en la reducción de la presión tributaria”.

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Precisamente acerca de este tema hemos sido reiterativos señalando que 13 por ciento es errónea.

Es incorrecto evaluar las exenciones después de concedidas y peor determinar los impuestos dejados de percibir asumiendo que si estas no existieran tendríamos más recursos disponibles.

No, ya que las empresas productoras existen al amparo de estas exenciones fiscales después vilipendiadas y en ese sentido aunque los objetivos obtenidos no hayan sido los programados.

El solo hecho de la permanencia de las empresas debe verse desde la magnitud del efecto para la República Dominicana, ya que sus productos tuvieran que venir del extranjero, con todas las consecuencias negativas para la economía nacional y sobre todo para las zonas fronterizas de nuestro país.

Lucirían mezquinos los que pretendan desmeritar la buena gestión gubernamental de la crisis durante tres años desoyendo los contrarios a la exenciones fiscales.