Las provincias deben organizarse alrededor de sus intereses. Cada provincia es una especie de microcosmo con tantos subsistemas como los que hay en el país. Por ejemplo, salud, educación, producción agropecuaria, comercio, infraestructura, etcétera.
Lo correcto sería que los Gobiernos se ocuparan de distribuir los recursos de manera equitativa entre todas las provincias, pero la realidad es que esto no ocurre en nuestro país.
Como consecuencia de este último fenómeno –la distribución de los recursos— en la República Dominicana tenemos dos o tres macrociudades y muchísimas pequeñas ciudades. En las primeras, los recursos abundan y en las segundas escasean.
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Ya es tiempo de que pensemos en un crecimiento y desarrollo territorial más equitativo y justo. Los Gobiernos siempre dicen que lo harán y lo prometen, sobre todo en campañas electorales, pero luego no lo hacen. Es una lección que todos siguen al pie de la letra. Queda, entonces, el recursos de que los provincianos se organicen y luchen por los intereses de sus provincias.
En el país tenemos dos ejemplos señeros de organizaciones provinciales que han dado excelentes frutos. Uno es Santiago, con la Asociación para el Desarrollo de Santiago, y el otro es la Asociación para el Desarrollo de la provincia Espaillat. Por años, estas entidades han reunido los mejores recursos humanos y los han puesto a pensar y a reflexionar sobre su territorio, sus recursos, su gente, y a investigar sobre sus posibilidades de desarrollo.
Hay que promover entidades similares en cada provincia para que piensen y hablen por sus jurisdicciones y exijan las obras que necesitan.