A pocas horas de concluir el año, nos queda el recurso de analizar lo ocurrido y determinar si hubo alguna novedad en el comportamiento tradicional de los dominicanos en sus improvisaciones, sin ponerle atención a esas ocurrencias de hechura humana y también las producidas por la naturaleza desatada con furia en algunas regiones del país.
Con el paso de huracán Fiona, que dejó preñados los ríos y arroyos que desataron un vendaval especialmente en la zona metropolitana de la Capital con una ciudad paralizada que trastornó por completo con cientos vehículos ahogaron cuando la imprudencia marcó como siempre el signo distintivo de conducta de los conductores que como siempre con imprudencia se arriesgaron por las calles inundadas. Pero el ambiente está preparado para el próximo aluvión de agua que anualmente azota al país en donde no existe el mínimo sistema de colectores de agua lluvia.
Pero el fenómeno más notable fue el fracaso del sistema educativo que pese al 4% del presupuesto no se vieron los resultados, por el contrario, hay un deterioro educativo notable que no valen las advertencias ya que el gremio de maestros politizados hasta la médula solo buscan no trabajar, disfrutar de buenos ingresos no impartir suficientes clases lo cual está embruteciendo a las jóvenes generaciones dañando el futuro de la Nación cuando millares de niños están siendo preparados deficientemente con tremendas lagunas en su aprendizaje a todos los niveles de la enseñanza.
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El año que finaliza nos deja el sabor amargo que millones de pesos se malgastaron gracias a la incuria de los responsables en donde primaba la actividad política de los grupos que manipulan todos los resortes para sacarle ventajas notables como se ve en el bienestar de algunos de sus dirigentes tradicionales e históricos que sin sonrojarse ya se codean con quienes han pasado una vida de trabajo para asegurar su futuro.
La economía creció y se mantuvo a los niveles ya acostumbrados debido a las certeras y sabias medidas que las autoridades del Banco Central han aplicado para desenvolvernos en un ambiente lleno de imponderables externos como la guerra rusa contra Ucrania y alza de todos los productos. Por esa guerra la economía mundial se conmueve y unas acusan severos tropiezos inflacionarios que impactan en su estabilidad.
El país va a cerrar con un crecimiento del 5%, muy bueno para el año y en eso las autoridades financieras tienen su cuota de buen tino al llevar las riendas económicas por senderos de la sensatez económica pese a que tenemos un gobierno inmaduro que ya quisieran aplicar medidas liberales que llevan a los países a la debacle.
El turismo esta creciendo y consolida sus función como motor de la economía lo cual asegura un aumento en la producción que se observa en la avalancha de haitianos que libremente cruzan frontera para venir a trabajar y sus mujeres a parir en los hospitales locales.
En definitiva el 2022 fue un año saludable y positivo para el país. Ahora se ha visto un derroche que se manifiesta en los niveles sociales y en donde gracias al gobierno y sus planes sociales de regalar dinero en todos los espectros de la actividad humana y siguiendo los pasos de otros gobiernos del continente para mitigar la pobreza.