La desesperación es muy mala consejera, y si se le agrega un instinto tan determinante como el miedo, en este caso a caer presos y ser deshonrados, que no tienen porqué compartir los que no tienen hechas ni sospechas, puede resultar catastrófico para los peledeístas permitir que esos sentimientos sean los que guíen su estrategia frente a las acciones del Ministerio Público que han llevado a la cárcel, acusados de corrupción y lavado de activos, entre otros delitos, a varios miembros del Comité Político, incluido su excandidato presidencial en las pasadas elecciones Gonzalo Castillo.
Sin embargo, hay algo peor todavía y de lo que deben cuidarse aun más: la guapetería temeraria que, junto al machismo político, puede llevarlos a creer que pueden desafiar la autoridad de la Policía Nacional, a la que el diputado peledeísta Sócrates Pérez exhortó a que compre más bombas lacrimógenas para que las utilice en la marcha que tenían programada celebrar el próximo sábado, que según el legislador no podría detener la represión ni los atropellos de los agentes del orden.
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Aquí no está en discusión, Dios nos libre, el derecho del PLD o cualquier otro partido a protestar de manera pacífica, sin alterar la paz pública, ya que para eso vivimos en una democracia que ya utiliza pantalones largos; aunque llenos de agujeros y remiendos, valga la oportuna aclaración, que no siempre tapan apropiadamente “sus vergüenzas”.
Esa democracia imperfecta y en permanente construcción y deconstrucción tiene debilidades de las que se aprovechan los políticos inescrupulosos, que siempre nos sobran, lo que hace necesario que nos mantengamos alertas. Por eso es importante no perder de vista que esas protestas pueden ser utilizadas por una dirigencia del PLD desesperada y con miedo a perderlo todo para tirarle un muerto a los pies al gobierno, para pasar así de victimarios a víctimas.
Una posibilidad que, debemos reconocerlo, no resulta tan difícil ni tan improbable con la Policía que tenemos.