Los desafíos provenientes de la cuarta revolución industrial y los múltiples efectos derivados de la pandemia COVID-19, están generando cambios sin precedente en todos los ámbitos de la vida humana. Por ejemplo: estancamiento del crecimiento económico mundial, crisis sanitaria, pérdida masiva de empleos, revalorización del rol solidario de los Estados, nuevas formas de producción y comercialización, establecimiento de estilos inéditos de relaciones primarias, sociales y laborales, así como la convergencia entre los sistemas digitales, físicos y biológicos. En la nueva realidad, desaparecerán viejas prácticas, costumbres, ansiedades, expectativas y nuevas necesidades, las cuales serán sustituidas por nuevos paradigmas y cultura de vida.
Dicho de otra manera, la nueva revolución tecnológica y la pandemia COVID-19, han incidido de manera directa para que se genere un gran reinicio global, en el que la forma de: vivir, trabajar, actuar, relacionarse, producir, convivir con los recursos naturales no renovables, gobernar, innovar y cooperar, cambiarán de manera drástica. Los desafíos y efectos de la revolución tecnológica actual y la COVID-19, son, sin lugar a duda, los dos fenómenos responsables del reinicio global actual, caracterizado por la interdependencia, la velocidad, la complejidad, la incertidumbre, el Estado intervencionista, la agitación social, el contrato social, las desigualdades y la resiliencia. En este estado de cosas, las relaciones públicas cuentan con los medios para garantizar la articulación, prevenir conflictos y establecer relaciones productivas y duraderas entre los sistemas de diferentes naturaleza.
La calidad y sostenibilidad de la ética, el vínculo, la solidaridad, el hacer lo correcto, la convivencia significativa, la reputación positiva, las relaciones de puentes, la credibilidad, la responsabilidad y la licencia sociales, serán factores de alto valor agregado en los diferentes ámbitos y dimensiones del gran reinicio de las actividades humanas (sociales, corporativas, productivas, recreativas, culturales, profesionales, académicas, científicas, etcétera). Como se observa, en el marco de la nueva realidad, la gestión profesional, sistémica y estratégica de las relaciones públicas, será un eslabón indispensable para crear redes sociales y guiar la humanidad y las organizaciones a nuevos y más significativos niveles de empatía, cooperación, involucramiento social, tolerancia y de armonía sana con los recursos naturales.
En definitiva, lo que mejor define la nueva realidad es la interdependencia, la que Klaus Schwab y Thierry Malleret definen como la dinámica de la dependencia recíproca entre los elementos que componen un sistema. Además, consideran que se trata de un subproducto de la globalización y el progreso tecnológico. “Un mundo interdependiente es un mundo con una conectividad sistémica profunda, en el que todos los riesgos están interconectados a través de una red de interacciones complejas”. (COVID-19: El gran reinicio, 2020. Págs. 24 y 25). En este ámbito, podría afirmarse que las relaciones públicas desempeñarán un rol articulador en los escenarios del gran reinicio.
Es como ha dicho el profesor Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial: “ Las nuevas tecnologías están cambiando la manera en la que vivimos, trabajamos y nos relacionamos los unos con los otros, y la velocidad, amplitud y profundidad de esta revolución nos están obligando a repensar cómo los países se desarrollan, cómo las organizaciones generan valor e incluso qué significa ser humanos”. ( La cuarta revolución industrial, 2017).
Las relaciones públicas son la nueva arma para afrontar las amenazas, los desafíos y las oportunidades provenientes de la cuarta revolución industrial y la pandemia COVID-19. Tomando como punto de referencia los distintos reinicios de la nueva realidad, según Klaus Schwab y Thierry Malleret: económico, social, geopolítico, ambiental, tecnológico, industrial, entre otros. Se visualizan determinadas tendencias alrededor de la gestión de las relaciones públicas, como las siguientes:
- Predicar con el ejemplo.
- Visibilizar los logros alcanzados a través de buenas prácticas.
- Promover la cultura de la ética, la transparencia y la diversidad.
- Fomentar el vínculo sano y colaborativo.
- Revalorizar y priorizar el factor humano por encima de todo.
- Impulsar el respeto y la buena convivencia con los recursos naturales no renovables.
- Aplicar relaciones de puente, no de muro.
- Fomentar y visibilizar el hacer lo correcto siempre.
- Saber dar la cara en todo momento, lugar y circunstancia.
- Gestión estratégica de la visibilidad e invisibilidad.
- Gestión estratégica de los activos intangibles. (Reputación, credibilidad, confianza, notabilidad e imagen pública.
- Manejo inteligente de los componentes esenciales de alto valor agregado de la opinión pública. (Los hechos, la información, la percepción, la actitud, opinión, decisiones, actuaciones, notoriedad positiva).
- Lograr el permiso o licencia social. (Ciudadanía corporativa socialmente responsable).
- Coherencia entre el ser y el parecer.
- Definir y proyectar perfiles de imagen pública no sustentados en la posverdad.
- Priorizar más el ser que el parecer.
También, el fomentar la producción limpia o verde será un tema prioritario para las relaciones públicas del gran reinicio, ya que este tema forma parte de las agendas de los grupos nacionales y en los organismos internacionales que vigilan el uso racional de los recursos naturales. Además, las percepciones, actitudes y opiniones positivas que se derivan del alcance e impacto de la obra social que planifican, ejecutan y controlan las empresas e instituciones, continuará siendo una plataforma viable para crear vínculos sociales fuertes y consolidar la reputación, la confianza, la credibilidad y la imagen pública. En definitiva, las relaciones públicas siempre serán una formidable plataforma para garantizar la transparencia, la ética, la armonía y la convivencia sana.