Las sufragistas y la patria. Al revelarse –desde el «discurso feminista» articulado por la praxis periodística-, y conocedoras del momento histórico y de su rol para contribuir con la patria, su gobierno y los asuntos públicos que se dirimían, las sufragistas que accionaban desde 1916 y se unieron en la revista Fémina (1922-1939) se convierten en mujeres dispuestas a colaborar con la gesta patriótica, al punto de que la abordan en más de 40 artículos publicados durante de 17 años de activismo editorial.
El escenario político-histórico en el que surge Fémina, cuyo centenario se conmemorará en julio de 2022, está marcada por la intervención estadounidense de 1916; y las contrariedades con que los hombres políticos concretan el plan de desocupación, que finalmente se produciría en 1924.
Desde su primer número las «féminas de la República» emiten sus opiniones referentes a la postura que los «varones reconstructores» debían asumir y toman como ejemplo para continuar la labor de los independentistas de 1844 y de las comunicadas.
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De uno de estos primeros textos, se rescata la siguiente disposición para colaborar con la gesta patriótica de la devolución de la soberanía: «(…) La mujer es, por su condición espiritual, la llamada a señalar la generación que se levanta en medio de esta desoladora condición político-social que atraviesa nuestra Patria, el derrotero salvador», escribe Petronila Angélica Gómez Brea.
Entre 1922 y 1927, se registra la mayor cantidad de argumentaciones sobre la patria. Para 1926, por ejemplo, se publica el editorial colectivo: «Nosotras, las mujeres, que no somos políticas, tal vez seamos quienes podamos ilustrar al pueblo», evidencia que las periodistas feministas se alertan de que del imaginario público patriótico, el cual lideran a través del ejercicio de derechos subjetivos, ya se transforma en otro escenario real y palpable: el pueblo.
«Nosotras, las mujeres, que no somos políticas, porque no estamos afiliadas a partidos políticos, tal vez seamos quienes podamos ilustrar al pueblo sobre futuros destinos sin que en nuestra misión incurramos en la dolorosa delincuencia de levantar el banderín de la discordia. Dispuestas a compartir responsabilidades, cuales fueren, si tal honor ha de merecer como fruto nuestra consagración, porque para el engrandecimiento del país, debemos estrecharnos en un solo haz; y al amparo de nuestra bandera blanca, decir y sostener con valentía nuestras opiniones hasta lograr imponerlas en la opinión pública», expresan.
Es decir, las sufragistas no se autoconstituyen una clase política, sino las «hijas espirituales» de las mártires que cosieron la bandera dominicana; se presentan como redentoras para regenerar la nación y encauzarla al progreso. Así, tal cual, en la época de reconstrucción económica, post-pandemia, y cuando se avecinan reformas, la participación activa de las mujeres es vital reconstruir mejor.