Han tenido que pasar dos décadas para que Hollywood premie a Leonardo DiCaprio, pero la deuda quedó saldada este domingo al entregarle el primer Óscar de su carrera.
El actor, de 41 años, fue recompensado por su rol protagonista en «El renacido», un drama dirigido por el mexicano Alejandro González Iñárritu que narra la odisea del trampero estadounidense Hugh Glass en la conquista del oeste en 1823.
DiCaprio ha dicho una y otra vez que esta película ha sido «la experiencia más difícil» de su vida: rodó durante horas metido en las aguas congeladas de varios ríos o cubierto de nieve, vestido con pesadas pieles que entorpecían sus movimientos y hasta se comió el hígado crudo de un bisonte.
Pero también destacó que nunca habría podido llevarla a cabo sin la ayuda del cineasta y la visión del fotógrafo mexicano Emmanuel Lubezki, artífices de un drama que remueve las entrañas y explora los límites del espíritu humano.
DiCaprio, que arrasó en la temporada de premios, competía con Michael Fassbender («Steve Jobs»), Matt Damon («The Martian»), Bryan Cranston («Trumbo») y Eddie Redmayne («La chica danesa»).
Mucho más que un actor. Como tantos actores, DiCaprio comenzó su carrera haciendo anuncios de televisión e interpretando pequeños papeles en series de televisión como «Roseanne», «La nueva Lassie» y «Santa Barbara».
Sus padres lo llevaban a audiciones al salir del colegio en Los Ángeles, donde nació el 11 de noviembre de 1974, confiados en el don de su hijo por la interpretación.
Hollywood puso los ojos sobre él con «¿A quién ama Gilbert Grape?» (1993), un drama en el que encarnó al hermano enfermo de Johnny Depp y que le valió su primera nominación. Apenas tenía 19 años.
Las cosas comenzaron a irle bien y los proyectos empezaron a abundar. Coprotagonizó el remake de «Romeo + Julieta» (1996), con el que se volvió el ídolo de miles de adolescentes, y «Marvin’s Room» (1996), junto a Meryl Streep.
Pero la vida le cambió para siempre cuando James Cameron le ofreció en 1997 el papel de Jack Dawson en «Titanic», el drama romántico más aplaudido de la historia del cine y el segundo film con mayor recaudación del mundo después de «Avatar», del mismo director.
Su apasionada escena de amor con Kate Winslet en la bodega del barco o su grito de «¡Soy el rey del mundo!» desde la proa permanecen grabados en la mente de millones de espectadores.
De la noche a la mañana los estudios le abrieron sus puertas de par en par y logró el sueño de cualquier actor: trabajar con los mejores directores.
Woody Allen lo escogió para «Celebrity» (1998), Danny Boyle le dio el papel principal de «La playa» (2000), Steven Spielberg lo dirigió en «Atrápame si puedes» (2002), Ridley Scott lo hizo en «Red de mentiras» (2008), Sam Mendes en «Revolutionary Road» (2008), Christopher Nolan en «El origen» (2010) y Quentin Tarantino en «Django desencadenado» (2012).
Su relación con Martin Scorsese, su «maestro», es un capítulo aparte.
Colaboraron por primera vez en «Gangs of New York» (2002) y enseguida hicieron «El aviador», basada en la vida del cineasta y aviador Howard Hughes, con la que DiCaprio fue nominado por segunda vez, en 2005.
Luego llegaron «Los infiltrados» (2006) y «El lobo de Wall Street», sobre la vida del bróker Jordan Belfort, quien manipuló Wall Street y blanqueó dinero, además de llevar una vida ostentosa y llena de vicios. Con ella volvió a rozar el Óscar en 2014.
El drama «Diamante de sangre» de Edward Zwick, sobre el contrabando de piedras preciosas encontradas en Sierra Leona, le valió otra nominación en 2007.