Solo un peledeista enajenado mental o ebrio de poder hasta la saciedad, podría minimizar y restarle importancia a la salida del ex presidente Fernández de las filas del PLD.
Toda vez que, en la coyuntura actual solo la salida de Leonel sin el apoyo de sus seguidores significa la ruptura del bipartidismo perfecto. Con el agravante, de que aquellos que le están acompañando lo están haciendo con odio y resentimiento y, en política esos sentimientos generan la misma fuerza y motivación que la persuasión positiva para ir a votar por un candidato. Además, también moviliza a millones para votar por alguien en contra de otros.
Estridencias de las Ambiciones
El profesor, escritor y psiquiatra iraní de la universidad de Harvard Nassir Ghaemi ha retomado una vieja tradición aristotélica que crea una relación entre el genio y la manía. Por eso, sostiene la tesis de que aquellos que son considerados líderes en momentos de crisis presentan alguna rareza mental. Cuando se analizan algunos casos dicha premisa no parece ser descabellada. Por ejemplo, el emperador Calígula a partir del año 40 comenzó aparecer en el Senado vestido de Dios, se acostaba con sus hermanas, asesinaba por placer y hasta intentó nombrar a su caballo como cónsul. Asimismo, Nerón en el año 59 ordenó asesinar a su propia madre Agripina y en el año 64 incendió a Roma.
De igual forma, en el año 683 la emperatriz China Wu Zetian utilizó su fuerza parar sacar del poder a su propio hijo Tang Ruizong. Robert Mugabe ex premier de Zimbabue se dejó un ridículo bigote para autodenominarse como el Hitler del siglo XXI. Ne Win ex presidente de Birmania se bañaba con sangre de delfines porque según él; ésta le mantenía joven para poder seguir gobernando. Saparmyrat Nyýazow ex presidente de Turkmenistán mandó a construir una estatua con su efigie hecha de oro puro y, el ex líder de Libia Muamar el Gadafi cuando comenzó la primavera árabe dijo que alguien le había puesto un alucinógeno a los jóvenes en el café para que lo atacaran a él.
Aferrados al Poder.
El ex presidente Bill Clinton dice que la 1ra condición para ser presidente es que la gente te visualice como tal y, agrego yo; que es esa misma lógica la que sirve para dejar de serlo. Sin embargo, a priori cualquiera pensaría que esas hiperbólicas apetencias desmedidas propias del “prototipo hobbesiano” son solo las maniobras de un autócrata de la categoría de Idi Amin ex dictador de Uganda quien se autodenominaba, “Su excelencia presidente vitalicio doctor y señor de todas las bestias de la tierra y los peces del mar”. Empero, también gobernantes legitimados y queridos por el pueblo han terminado viendo el poder como un proceso de diálisis que les permite mantenerse con vida.
En efecto, el propio Julio César maniobró para ser nombrado dictador vitalicio. También, Franklin Roosevelt se presentó a la reelección en una silla de ruedas. En Argelia después de la cruenta guerra civil en 1999 llegó a la presidencia un pacificador Abdelaziz Buteflika quien después se aferró como otros al poder y, se reeligió en 2014 estando en silla de ruedas e intentó volverlo hacer en 2019 convertido prácticamente en un vegetal humano. Esos ejemplos son los únicos que pueden dar respuesta a ese afán por el poder que se visualiza en Fernández, aun cuando ya fue por 3 ocasiones uno de los mejores presidentes que ha tenido el país.
Leonel Queriendo ser Nerón.
Algunos de los historiadores grecorromanos señalan que los muros de Roma eran tan poderosos que por esa razón ningún otro imperio pudo derrotarla; ni siquiera el gran Aníbal Barca. Pero, esas legendarias murallas fueron desbastadas en tan solo 5 días por un solo hombre; el propio emperador Nerón cuando le pegó fuego a Roma. Si hiciéramos un símil con el PLD podemos sindicar que ese síndrome del vuelve y vuelve que ha germinado con profundas raíces en el cerebro de Leonel fue lo que le motivó a pegarle fuego al PLD el pasado domingo 20. Al parecer, Fernández se convenció de que él no necesita ser presidente sino, que somos nosotros quienes dependemos de su regreso.
Desde esa perspectiva, Leonel está conceptualmente en un estado de esquizofrenia tal; que hasta diseñó una alianza electoral con aquellos a los cuales hace solo días definía como un peligro para el país. Está tan aferrado al poder que parece que ya no resiste vivir sin que antes de su nombre escriban excelentísimo y, sin viajar a ningún otro país sin que lo espere una alfombra roja.
Tiene una disyunción neuronal tan profusa que hoy le llama cenáculo a la propia sociedad Fabiana que él creó y fortaleció. Y, repicó los tambores de guerra contra un poder que él mismo conoce todo su alcance, lo único que le falta ya es confundir un caballo con una yegua.