¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

Nexcy D´León

No hay palabras que definan el nivel del impacto que ha causado la muerte de la adolescente higüeyana Esmeralda Richiez Martínez en la conciencia ciudadana, estremecida con las circunstancias que contribuyeron a su fallecimiento.

Lo ocurrido a Esmeralda en la salida con sus amigas, el profesor John Kelly Martínez y su primo Rubén Morillo es un descarnado ejemplo del drástico cambio que ha dado la sociedad en las costumbres que regían la vida familiar y de la ineficiencia de la educación impartida en la escuela.

Niños, niñas y adolescentes nacen, crecen y viven en un ambiente permeado de peligro: por un lado, la inocencia y la inexperiencia les hace vulnerables a los malvados y, por otro, son víctimas del espejismo de la virtualidad que alimenta sus sueños y rebeldías.

Criar y educar es complicado, exige a padres, madres, tutores y maestros además de entrega y amor incansables, normas y códigos de conducta claros y bien definidos. Hay padres y madres sin disposición ni conocimientos necesarios para la formación de los hijos e hijas con las herramientas, el cuidado y el esmero que implica modelar una persona con los atributos imprescindibles para su bienestar.

Esmeralda acabó bajo los designios de la descomposición moral y cultural que abate a nuestra sociedad, el desconocimiento sobre cómo actuar ante situaciones que exigían la inmediata intervención médica especializada y, sobre todo, la irresponsable y deshumanizada conducta del victimario prevalido de su relativa posición de poder.

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