La población teme que las anunciadas reformas: tributaria, de trabajo, de la Seguridad Social, del Código Penal y de la Justicia incrementen el proceso de transferencias de ingresos y recursos desde los más pobres hacia los grandes grupos corporativos a través de exenciones fiscales, programas de “estímulo a la producción”, ahorro a través de la disminución del gasto social y modificaciones regresivas al Código de Trabajo.
Aumentar la edad para la pensión, liberar de compromisos el primer empleo y los periodos de aprendizaje, sustituir (¿eliminar?) la cesantía por una figura jurídica que exime de responsabilidad a los empleadores; remplazar los convenios y pactos colectivos por los términos contenidos en los contratos laborales individuales, entre otras, son las medidas que exigen los gremios empresariales.
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El sector sindical luce desorganizado, desarticulado y sin vocación para defender los logros obtenido con lucha y sacrificios durante más de 200 años.
Hace apenas días, todos los partidos ofrecían construir un paraíso. “Lo mejor está por venir”, afirmaba en su campaña el gran ganador de las elecciones. Lo urgente es evitar que llegue lo peor. Hay que enfrentar la reforma regresiva que disminuye derechos y elimina conquistas sociales.
La Contra reforma tiene, lamentablemente, buena prensa y excelentes promotores. En un entorno internacional caracterizado por el auge de sectores ultraconservadores y el predominio de propuestas que favorecen a los más poderosos, corresponde a los trabajadores y a los pequeños productores estar atentos y movilizados para defender sus derechos y conquistas.