Los profesionales de la conducta humana coinciden en señalar que los tipos de temperamentos suelen incidir de manera positiva o negativo en la calidad, productividad y sanidad del liderazgo. En sentido general, se dice que el temperamento es la “materia prima”, el eje sobre el que se modela el carácter y la personalidad, es innato, heredado e inmodificable. En pocas palabras, el temperamento está en los genes de las personas, razón por la cual determinará la manera de pensar, decidir, actuar, hablar y relacionarse de cada ser humano. El temperamento es hereditario y no se puede cambiar.
Como se observa, los individuos nacen y mueren con un determinado tipo de temperamento. Por ejemplo, el sanguíneo, el colérico, el melancólico y el flemático. Cada uno de ellos ejerce una incidencia directa en la calidad y productividad de los distintos tipos de liderazgos, ya sea en el entorno familiar, social, político, empresarial, laboral, profesional, corporativo, espiritual, deportivo, educativo, científico, artístico, etcétera. En este orden, la buena gestión de las inteligencias humanas podría ser un medio vigoroso de alto valor agregado a los temperamentos que caracterizan a los modelos de liderazgos “…la
inteligencia social, emocional y espiritual, influye en el liderazgo, en hacerlo más funcional, más adaptado y productivo, también es más sano y de mayor utilidad para las sociedades…”(Más vale prevenir que lamentar, 2020, pág. 29).
Se ha comprobado que la calidad y cantidad de los logros alcanzados por los líderes, sin importar la naturaleza y condiciones de los entornos donde llevan a cabo sus acciones, dependerán de la sanidad de sus inteligencias: emocional, social, espiritual, cognitiva, comunicacional y corporal. En definitiva, desarrollar competencias que faciliten el buen manejo de las inteligencias, es una garantía de que los temperamentos de los lideres fluyan y se enfoquen en el logro de resultados significativos y trascendentales.
Es frecuente observar la cantidad de tiempo, de energía, de recursos financieros y de creatividad que emplean muchos líderes para lograr determinados resultados, los que en ocasiones muy pocos valoran y reconocen. Esto se debe, entre otras causas, al tipo de temperamento que acompaña a los impulsores de dichos resultados. Recuérdese que el temperamento opera como si fuese el timón que conduce el pensamiento, las decisiones, las actuaciones, las relaciones y las comunicaciones de las personas. “El temperamento es hereditario, donde uno no puede cambiarlo, lo que sí puede moldearse es el carácter, que es adquirido o socializado de los diferentes espacios donde se actúa en la vida”. (José Miguel Gómez, 2020).
Con respecto al vínculo entre los tipos de temperamentos, la sanidad y calidad del liderazgo, el doctor José Miguel Gómez, en su libro más reciente; “Más vale prevenir que lamentar”, aborda las características de éstos. En función de lo planteado, considera que una persona con temperamento sanguíneo es cálida, veraz, alegre, muy empática y a la vez muy expresivo, franco y con tendencias a las impresiones extremas. Además, posee buen ánimo y energía, lo cual le lleva a vivir motivado y empático.
Asimismo, el doctor Gómez describe a los sanguíneos como personas o líderes gregarios, amistosos y participativos en la sociedad. También, destaca que su conducta o comportamientos son ruidosos, extrovertidos, afables, bullosos o pegajosos, calificados de bocones por su forma de hablar, pero son sinceros, leales, altruistas y solidarios con sus semejantes, familiares, parejas, amigos, etcétera. Los líderes sanguíneos influyen por su carisma y su constancia en el trabajo, por su búsqueda de adrenalina constante que le pone vida a lo que hacen.
Según el profesional de la Psiquiatría, una de las trampas del líder sanguíneo es su tendencia a la inflexibilidad, la rapidez en sus pensamientos y reacciones, La persona sanguínea muchas veces logra objetivos, metas y propósitos. Pero, cuando no utiliza la inteligencia, se vuelve errático, fanfarrón, predecible, no aprende cuándo callar, cuándo manejar positivamente el silencio, la tolerancia y la prudencia. En este sentido, puntualiza que el sanguíneo inteligente puede saber lo que dice, pero el sanguíneo sabio sabe cuándo, dónde y cómo lo dice y esto marca la diferencia como líder de temperamento sanguíneo.
Al abordar las características del líder con temperamento colérico, establece que éste es ardiente, muy activo y ágil, con fuerte voluntad y con independencia en sus actuaciones. Son personas seguras, estables, llenas de metas, proyectos y propósitos, a los que se lanzan a la conquista, sin temer a los riesgos y a las consecuencias.
Gómez considera que los coléricos tienen la tendencia al desafío y eligen actividades adrenérgicas que implican riesgos y que las demás personas temen asumir. Son muy dados a los conflictos con personas, parejas, familias y con tendencia fácil a la hostilidad y el enojo, suelen al final buscar salida al conflicto. Saben mandar, dar órdenes, dirigir grupos, hacer lo que está pendiente. Nunca se dan por vencidos, ni acabados, no conocen el miedo, les gusta la adrenalina en sus actividades. Un colérico con inteligencia emocional y social de seguro que logra éxito en cualquier área.
El autor de “Más vale prevenir que lamentar”, afirma que las personas o líderes con temperamento colérico sobresalen en una empresa, en la política, en la religión, en una asociación etcétera, y trascienden más si lo integran a su vida ética y moral en sus actitudes personales.
Desde las miradas de José Miguel Gómez, las personas con temperamento melancólico se caracterizan por ser tranquilas, inteligentes, creativas, trabajadoras e imaginativas, con mayor tendencia hasta las artes, la pintura, escultura o las letra. Los líderes melancólicos son sensibles, amorosos, fieles, solidarios, pero muy determinantes con sus espacios, por lo que son un tanto egocéntrico, susceptibles y a la vez perfeccionistas. Los melancólicos cuidan su vida, su ética y moral, así como su familia de situaciones riesgosas y conflictos sociales. Su alto nivel cognitivo e intelectual los lleva a ser líderes tolerantes, comprensivos, de buenas relaciones interpersonales y grupales, pero de grupos pequeños y significativos.
Para el psiquiatra José Miguel Gómez, las personas con temperamento flemático son tranquilas, serenas y equilibradas. En cualquier circunstancias, difícilmente un flemático reacciona de forma colérica o explosiva, por lo que son totalmente pasivos, conciliadores, de tendencia a la disciplina y al trabajo, con capacidad de liderazgo, pero lucen siempre como si no les interesará. Son personas emocionalmente frías y distantes, poco afectivos. En sus relaciones son poco pasionales, aman pero no son ardientes y expresivos. Los flemáticos son pacíficos, lentos, poco demandantes, realizan su trabajo bien y pueden llegar a lograr sus propósitos, pero no asumen grandes desafíos, ni comportamientos trascendentales.
El profesional de la salud mental recuerda que: “Un líder flemático con algo de colérico, con inteligencia social y emocional, llega más fácil a las personas o tiende a influenciar dado a que no suele maltratar, ni se mete en tener controles en la vida de las personas…”
Es como dice el doctor Gómez. “Una persona sin carácter es un individuo sin luz propia, o anemia en el espíritu, sin pasión, sin don de mando; algo gelatinoso, que resbala en la vida, que huye por no tomar esa decisión, o no comprometerse en dar a conocer su opinión, ni su punto de vista. Sencillamente, no es un líder, es un pusilánime, que deja o permite que dispongan de él lo que los demás quieran”
A juicio del psiquiatra-psicoterapeuta, doctor José Miguel Gómez, el carácter que mejor funciona en un líder es el controlado, participativo, emprendedor, proactivo y de habilidad para escuchar y ser tolerante, frente a circunstancias donde otros no saben qué hacer.