La República Dominicana con su arcoíris cultural geográfico parece compactarse en una sola masa embrujada bajo el hechizo navideño. Desde el más humilde hogar hasta la más holgada residencia se engalanan con adornos luminosos todo el mes de diciembre. Mucha gente viaja desde el exterior y hacia el interior del país a fin de celebrar junto a sus seres queridos y amistades la cena de Nochebuena y las fiestas de año nuevo.
Tal es el encanto de esta tradición cristiana que tienden a olvidarse agravios y malentendidos surgidos durante el año en un bello gesto de confraternidad. Políticos convertidos en gobierno de turno tanto de la rama ejecutiva como legislativa, así como aquellos representantes de la oposición se hacen sentir a través de obsequios que implican canastas con bebidas, dulces y golosinas, almuerzos, cenas y bailes. Empleados tanto públicos como privados son beneficiados con el acostumbrado sueldo extra anual.
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El bullicio decembrino es contagioso, la música navideña inunda la radio, televisión y las redes sociales. Pobres y ricos se contagian a tal punto que los sesgos de capas sociales son temporalmente amainados. Se gestan uniones matrimoniales y también surgen nuevos seres infantiles que agrandan la plataforma hogareña.
En el orden emocional predominan los eslóganes en que se insta a la población a olvidar las penas y a contagiarse de alegría. ¡Que niño nacido y criado en Quisqueya no vivió la ilusión de ver realizado el sueño de recibir el juguete ansiado llámese el triciclo o la bicicleta y más modernamente el último juego o equipo de entretenimiento electrónico! Todos los escolares esperan con ansiedad las tradicionales vacaciones de diciembre. Desde mediado de diciembre hasta la segunda semana de enero se cierran los planteles escolares y se abren las tiendas y plazas comerciales para inundarse de clientes deseosos de gastar el efectivo y de endeudarse a fin de complacer caprichos inducidos por la oportuna y tentadora propaganda de temporada.
Los médicos que atienden las emergencias, las ambulancias del 911, la Cruz Roja, la Defensa Civil y los Servicios de Patología Forense trabajan denodadamente durante este período anual a fin de responder con eficiencia y de forma oportuna a las demandas de urgencias resultantes de los sucesos que suelen ocurrir casi siempre hijos del alcohol y las imprudencias de conductores de vehículos de motor y de transeúntes. Hay personas que pierden la cordura, así como el buen comportamiento, llevando dolor y luto al seno familiar en vez de alegría y felicidad como era de esperarse. Uno que otro recuerda con tristeza el aniversario de la partida de su padre, madre, hermano, hijo o entrañable amigo.
¡Ha llegado otro diciembre!
Los registros estadísticos nacionales no deben ser frías cifras e indicadores congelados en los anaqueles de la Oficina Nacional de Estadísticas.
Esos números deben convertirse en señales previsoras a utilizar para acciones destinadas a promocionar una temporada navideña y celebraciones de año nuevo seguras y alegres, libres de catástrofes y desgracias personales. Ser proactivos a favor del bienestar colectivo, contribuyendo a prevenir accidentes y tragedias, es tarea individual y colectiva.
¡Llegó diciembre! ¡Feliz y segura Navidad y un próspero año nuevo para quienes habitamos esta patria duartiana!