La vocación de servicio es una actitud, un valor y una condición, que caracteriza, distingue y diferencia a los seres humanos. Es, además, un intangible de alto valor agregado para facilitar relaciones armoniosas, climas laborales colaborativos, vínculos sociales sanos, empatía productiva y actuación ética . En fin, la vocación de servicio no es otra cosa que practicar de manera espontánea la solidaridad en las diferentes dimensiones de las actividades humanas.
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Podría decirse que la vocación de servicio, tanto una condición humana de alto valor agregado, se desarrolla y aplica al margen del status socioeconómico de las personas. Es decir, para aplicar la vocación de servicio no es necesario acudir a una entidad educativa. Entre los insumos esenciales de la vocación de servicio, se resaltan los siguientes: la ética,
la asertividad, la inteligencia emocional, la cortesía, la empatía, el respeto, la disciplina, la honestidad, la vocación de justicia, la solidaridad, el compromiso, la integridad y la colaboración.
La vocación de servicio es una competencia blanda transversal, la cual se puede aplicar en todo lugar, momento, circunstancia, así como en los distintos tipos de relaciones humanas. Las sociedades, las empresas y las instituciones que asumen la vocación de servicio como parte de sus valores, son más productivas, alegres, admiradas, cercanas innovadoras, colaborativas, solidarias y gozan de un posicionamiento más sostenible.
Se ha comprobado que en los entornos donde se practica la vocación de servicio como eje estratégico transversal, se reducen los conflictos individuales y colectivos, se fomenta la convivencia positiva y se fortalece la solidaridad humana. Son muchos los que reconocen la importancia de la vocación de servicio, pero pocos la ponen en práctica. Por lo general, la aplicación sincera y espontánea de la vocación de servicio, suele agregar valor en los ambientes familiar, social, laboral, profesional, docente, así como en aquellos lugares donde se llevan a cabo actividades e interacciones humanas.
Se suponía que, luego de los múltiples y demoledores efectos provocados por la pandemia COVID-19, los seres humanos entrarían en un proceso reflexivo profundo, crítico, consciente y holístico, tendente a revisar los resultados derivados de malas prácticas, los cuales impactaron negativamente aspectos como: la vocación de justicia, la solidaridad humana, el uso racional de los recursos naturales no renovables, la distribución equitativa de la riqueza y el desarrollo tecnológico al servicio de una reducida élite económica global. Delante, detrás y en el medio de la vocación de servicio, siempre hay una buena persona.
Ante la nueva realidad post COVID-19, los desafíos provenientes de la cuarta revolución industrial y el resurgimiento de la guerra como medio para resolver conflictos entre países, la vocación de servicio podría ser una herramienta viable para fomentar la convivencia, la cooperación y la solidaridad entre los seres humanos y los demás ecosistemas que interactúan alrededor del planeta Tierra. Para ello, hay que entender que la vocación de servicio es un atributo humano, con el que se nace y se puede desarrollar.
La presencia o ausencia de la vocación de servicio se percibe y se siente con mucha facilidad. Esta condición humana puede estar presente o ausente en cualquier lugar, momento, circunstancia o actividad. Por ejemplo: en el trato que reciben los ciudadanos cuando visitan una institución pública, en la atención que reciben los clientes que han decido comprar en un determinado negocio, en la relación docente-estudiante, en el trato dado a los peatones, en el trato brindado a los turistas, en el cuidado a las personas con condiciones distintas, en la calidad y pertinencia de las informaciones que ofrecen las empresas e instituciones a sus clientes (AFP y ARS). En República Dominicana, falta mucha vocación de servicio en todos los ámbitos (público, privado, político, empresarial, académico, laboral, familiar, productivo, etc.).
Fomentar la vocación de servicio como valor estratégico y transversal, genera resultados sociales, políticos, económicos y académicos positivos de alto valor agregado. Es indiscutible, los ámbitos donde se practica la vocación de servicio, son más productivos, competitivos, seguros, sanos y confiables. La vocación de servicio fomenta el respeto a la dignidad humana.
Se dice que las personas y organizaciones que creen y fomentan la vocación de servicio como valor, se caracterizan por lo siguiente:
- Dan trato humano a todas las personas con las que se relacionan.
- Entienden las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos-clientes.
- Desarrollan habilidades y aptitudes como la comprensión, paciencia, amabilidad, empatía, tolerancia y solidaridad.
- Ofrecen informaciones oportunas, completas y claras.
- Procuran que sus servicios sean recibidos con satisfacción.
- Actitud solidaria y con espíritu de colaboración ante las necesidades de los compañeros de trabajo.
- Dedicación y compromiso con el desempeño de todas las atribuciones realizadas y asignadas.
- Disponibilidad para trabajar en equipo y gestionar las necesidades que se puedan presentar con la prestación del servicio.
- Brindan servicio de calidad, el cual se constituye en una ventaja comparativa y competitiva.
- Piensan, deciden, actúan y hablan en función de la satisfacción de sus de sus grupos estratégicos y de interés.
- Practican la comunicación asertiva y se esfuerzan por satisfacer las necesidades y expectativas de sus clientes.
En resumida cuenta, la vocación de servicio es un valor, una actitud y una condición humana, aplicable en todas las actividades humanas. Entiéndase, sociales, políticas, económicas, productivas, educativas, recreativas, culturales, artísticas, entre otras. En cualquier ámbito, la vocación de servicio es una inversión intangible rentable.