Los adolescentes no están crisis. Son el resultado psicosocial y socio-cultural de una sociedad sin modelo de referencia y, para mal, que influye y presiona de forma negativa. Una sociedad hedonista, consumista, relativista, de la posverdad, pragmática, visual y excluyente, que estimula la autogratificación inmediata, y al mismo tiempo, genera frustración, resentimiento social y crisis de identidad psicosocial.
Ahora no hay ideología, paradigma, utopía, ideales, identidad construida y reforzada para servir a la sociedad. A los adolescentes de ahora les ha tocado sobrevivir en una sociedad diferente y desigual para alcanzar una salud mental. El desafío es ese: cómo vivir en una sociedad, familia, escuela, grupos sociales en crisis y riesgosos y, por otro lado, aprender a desarrollar las habilidades, destrezas e inteligencia, en construir los factores protectores para no llegar a ser parte del riesgo, ni de las conductas riesgosas que le ponen en peligro su existencia.
Cientos de adolescentes lo han entendido; se han empoderado, asumen liderazgo, protagonismo, proyecto de vida responsable y fortaleza emocional para confrontar sus propios desafíos personales y sociales.
Por décadas he tenido que trabajar en la identificación y diagnóstico del riesgo y de los factores protectores en los y las adolescentes.
Los 12 riesgos más frecuentes de los y las adolescentes son: Cómo construir la identidad psicosocial, la autoestima, que se convierte en el factor emocional que más influye en todas las áreas de la vida. Cómo se manejan los adolescentes frente al rechazo, la exclusión y las presiones de los grupos. El modelo influenciable que asuman de los amigos, de la sociedad y del contexto cultural. El tipo de confianza, de comunicación, apego y sentido de pertenencia con los padres. Las relaciones sexuales tempranas, el embarazo en adolescentes, el noviazgo, la afectividad y la capacidad para manejar traumas, frustraciones, decepciones y engaños. Otros de los riesgos son: la presión social y cómo responde el adolescente a las demandas sociales y las competencias y comparaciones tanto en la familia como en la escuela. Pero también, el uso y abuso de sustancias psicoactivas, o el desarrollo de las habilidades para la vida que debe alcanzar para resolver sus problemas y responder a sus riesgos, evitar el suicidio y homicidio. Por último, cómo el adolescente puede construir su proyecto de vida, de forma asertiva, creativa y fluida para el bienestar y la felicidad.
Ese tránsito de la niñez a la vida adulta está cargado de desafíos, de ansiedad, miedos, inseguridades, temores, y a veces depresiones, y vacíos existenciales.
El cerebro de un adolescente necesita madurar y desarrollar hasta los 25 años. El aprendizaje, la creatividad, la adaptación y las respuestas psicoemocionales para construir sus propios factores protectores son individuales en cada adolescente.
La familia sigue siendo el primer factor protector, en segundo lugar lo ocupan la escuela, luego los amigos saludables, los espacios que ayuden a la fortaleza emocional y psicosocial: deporte, música, teatro, ejercicios, grupos culturales, compromiso social y empoderamiento para que el joven descubra el sentido y la utilidad personal y social con su vida.
A los adolescentes a través de los estudios, en las familias hay que estimularles el desarrollo del juicio crítico, la capacidad para identificar sus riesgos, las conductas altamente riesgosas; pero sobre todo, deben aprender a construir sus factores protectores.
Se impone una escuela que ponga a funcionar los programas psicosociales que fortalezcan el espíritu de los adolescentes. Duele mucho cada vez que adolescentes se suicidan, mueren en accidentes, son dependientes de drogas, son víctimas y victimarios de homicidios, bandolerismo, delincuencia, embarazo, deserción escolar, violencia doméstica, etc. sin embargo, las familias, la escuela y el Estado no socializan, ni deciden participar junto a los adolescentes para prevenir, educar y sensibilizar en los temas que les hacen vulnerables y riesgosos en la salud mental.
Estos 12 riesgos son todos prevenibles, es asumir la responsabilidad para gerenciar junto a los adolescentes proyectos de liderazgo y de vida saludable de forma integral. No hay tiempo para esperar, la escuela, las iglesias, los programas comunitarios en salud mental deben de priorizar los riesgos y las problemáticas que dificultan el desarrollo psicológico, emocional, sexual y social en los y las adolescentes.