Los efectos internos y externos del proceso de la desglobalización

Los efectos internos y externos del proceso de la desglobalización

Fernando Álvarez Bogaert.

Al sector productivo y social (3/3)
Los efectos internos y externos del proceso de la desglobalización. En las dos entregas ya publicadas en este prestigioso diario, abordamos estos temas: los cambios económicos que han devenido en los últimos tiempos y el proceso de desglobalización en el que nos encontramos.

Un mundo globalizado se refiere a la integración de las economías de todo el mundo, especialmente a través del comercio y los flujos financieros. Tenemos más de tres décadas construyendo un proceso de globalización que ha implicado un movimiento de muchas empresas multinacionales hacia mejores balances entre el costo de producción y la productividad.

Sin embargo, con el aumento en el costo del transporte por la disrupción de la cadena de suministro, el incremento de los costos de las empresas “Offshore” (empresas cuya producción se realiza lejos de su país de origen o destino) producto del incremento salarial de los países en donde se produce, y los conflictos geopolíticos de las naciones; todo esto sumado a la confluencia de las recientes crisis, vemos como la “globalización” ha empezado a deteriorarse rápidamente.

La globalización económica y financiera ha ido evolucionando en formas que hacen más difícil que las economías nacionales aprovechen el comercio internacional y los ingresos de la inversión extranjera directa para el crecimiento interno. Si bien la pandemia planteó interrogantes sobre la proliferación y posibles vulnerabilidades del suministro transfronterizo con inventarios “justo a tiempo”, también cabe recordar que las restricciones al comercio y a la inversión ya iban en aumento.

Le invitamos a leer: Los efectos internos y externos del proceso de la desglobalización (parte 2)

Estos acontecimientos se produjeron en un momento en que muchos países se enfrentan a restricciones políticas más estrictas. Un retorno a la política monetaria convencional y no convencional. La política de estímulo ahora se ve impedida por una inflación alta y persistente. Como señala el FMI, este nuevo entorno enfrenta a los bancos centrales con problemas muy delicados y compensaciones de política complejas, y expone la economía real a los posibles caprichos de volatilidad de los mercados financieros.

Este deterioro ha hecho replantearse la opción de realizar más inversiones “Onshore” o “Nearshore”, dentro o cerca de los países de origen para disminuir los costos de producción, traslado e incertidumbre geopolítica. Bajo este enfoque, la República Dominicana puede salir ventajosa.

Nos encontramos en una posición geográfica estratégica que nos da acceso a más de 120 millones de consumidores reales para la Costa Este de EEUU, solo Cuba tendría una ventaja competitiva. Para la costa Oeste se encuentra México por su proximidad.

La República Dominicana ha demostrado que cuando se empodera es capaz de realizar grandes transformaciones, en este caso podríamos aprovechar las condiciones de los agentes de transformación con los que contamos: industriales, diáspora, zona franca, líderes agropecuarios, entre otros, para que, además de actuar eficientemente en sus sectores, sean dirigidos para convertir al país en el Shenzhen de América, incrementando la competitividad y creando las condiciones necesarias para ampliar nuestra oferta y así lograr objetivos adecuados.

En un próximo trabajo propondremos, una humilde opinión, sobre cómo lograrlo.