En Jarabacoa murió en 1923 a la edad de 70 años Petronila Espinal, hija de José Espinal y Angela Collado y natural de San José de Las Matas, mientras que en Bonao falleció en 1873 a los 40 años Félix Espinal, hijo de Gaspar Espinal Mártir y María Altagracia Rodríguez Aybar, casados en San José de Las Matas en 1830.
En Bonao radicó Ana Almonte Espinal, hija de Alejandro Almonte y Ramona Espinal (hija a su vez de Manuel Espinal y Francisca Pérez, casados en San José de Las Matas en 1832), nacida en San José de Las Matas en 1838 y quien casó en su comunidad natal en 1856 con Marcelino de Vargas Tavares.
Esta pareja dejó una extensa descendencia en Bonao, entre la que se contó su bisnieto Mayobanex Vargas (1936-2016),expedicionario de Constanza en 1959.
Tiburcio Espinal, citado por Larrazábal Blanco como regidor en Cotuí, esposo de María Josefa Miniel y con hijos nacidos en las décadas 1820-1830, debió haber nacido a fines del siglo XVIII. Su hijo Domingo Espinal Miniel casó el 2 de agosto de 1833 en Sabaneta con Luisa [Ramona] de los Santos, viuda de Mauricio Núñez, hija de Carlos de los Santos y Casimira o Casiana Then y bautizada en 1813 en San José de Las Matas por Pablo Espinal y María Espinal. De los hijos de esta pareja, Luisa Espinal de los Santos casó en Sabaneta en 1872 con León Collante, residente como ella en Cercadillo, Sabaneta.
La presencia documentada de personas de apellido Espinal procedentes de San José de Las Matas en Sabaneta, Guayubín, La Vega, Jarabacoa y Bonao nos habla de una clara migración intracordillerana, rastreable en la segunda mitad del siglo XIX, aunque la aparición del patronímico en Cotuí, San Francisco de Macorís y Moca en la primera mitad del siglo XIX, con hijos vueltos a San José de Las Matas, podría llevarnos a concluir que el tránsito se verificó en doble vía desde mucho tiempo atrás.
Un flujo que, si no fue discontinuo, resultó amplio en número, hasta desparramarlo por buena parte del Cibao.
El caso del apellido Espinal da cuenta de cómo múltiples “semillas genealógicas” germinaron en distintos lugares de asentamiento.
No se trata de un apellido con un grangenearca, por lo que no es posible plantear, en todos los casos, que sus representantes en una determinada localidad sean parientes, aun lejanos, de otros con el mismo patronímico en otra población.
No responde, por ende, a la mítica tradición oral de los “tres hermanos” —¿por qué siempre tres y no más o menos?— que, en una época indeterminada llegaron a un punto X y desde allí se dirigieron a puntos cardinales diferentes, sino a distintas estirpes.
A la vez, su eclosión desde San José de Las Matas erige a esta comunidad, junto a Hincha, Baní y San Carlos, en un caso paradigmático entre las poblaciones desde las que, en los siglos XVIII y XIX, se produjeron sucesivos trasvases que enriquecieron los árboles genealógicos de otras comunidades.
Instituto Dominicano de Genealogía