Los fracasados planes de regularización de haitianos. Ya se ha perdido la cuenta de los anuncios e intenciones oficiales de emprender programas de regularización de la mano de obra extranjera ilegal, léase haitiana, que pulula por todos los rincones del país sin ningún temor a represalias de las autoridades que siempre están desnudas sin recursos ni personal para hacer una tarea que no les interesa llevar a cabo.
Los haitianos no le hacen caso a tales anuncios que solo son para consumo de la opinión pública. En menos de dos días pierden vigencia y los dominicanos ven ese éxodo humano que huye de la miseria de su territorio.
La oleada de haitianos desde occidente no se detiene. Aquí vienen a buscar el sustento que en su país ya no existe y no lo pueden lograr por las condiciones desérticas de casi todo su suelo de 27 mil kilómetros y montañoso en su mayoría arrasado por siglos después de haber sido la colonia mas rica de Francia en el Nuevo Mundo.
El escaso territorio disponible con fertilidad es el que existe en la cuenca del valle del Artibonito en la planicie de Gonaives. Solo les queda con terreno fértil y contando con el abundante recurso del agua del río Artibonito donde la única presa existente la de Peligro ya tiene colmatado su embalse por el sedimento acumulado desde hace 60 años.
Las lluvias implacables del Trópico corren por el suelo haitiano pero el agua no es retenida y se evapora rápidamente o van a parar al mar en sus cortos recorridos de los ríos que existen por lo montañoso del territorio. No se puede sostener un esfuerzo agrícola rentable en que solo pueden producir un escaso volumen de alimentos cosa contraria a lo que ocurre en la parte oriental de la isla.
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Intentar llevar a cabo un plan de regularización de los extranjeros ilegales es una quimera ya que, los intereses de todo tipo que se mueven en torno a ese negocio, lo obstaculizan de mala manera. Una vez se traían los braceros para las cosecha de la caña de azúcar y terminada la zafra eran repatriados a su país con un pequeño ahorro de sus míseros sueldos.
Algunos lograban evadir el retorno y los bateyes se convirtieron en algo permanente que ahora y desde hace años ya muchos ahora tienen categoría de municipios dominicanos con autoridades descendientes de los cortadores originales donde conviven con los dominicanos en franca armonía.
La mano de obra haitiana ya se ha elevado de categoría. Ya no son los simples braceros de corte de la caña. Han pasado de obreros especializados en la construcción al sector turístico donde son parte importante en los resorts. Ellos continúan trabajando en el agro y mas ahora con la abundancia de la siembra de arroz.
Ya en la caña son una minoría debido a que el proceso se ha ido automatizando y tienen su personal especializado establecido. En la construcción ya no son simples carretilleros y se han especializado en la albañilería, electricidad y plomería. Y en el turismo han preparado un nicho por su valor por hablar varios idiomas y se desenvuelven eficazmente en la recepción de los resorts y demás áreas de los mismos.