Siempre he sostenido que uno de los méritos mayores de la presente gestión de Gobierno es el combate a la corrupción, la que el presidente de la República, Luis Abinader, califica de ancla para el desarrollo del país, al tiempo de advertir que la lucha contra ese flagelo no se detendrá ante ningún evento político electoral o del Gobierno, asegurando que antes de disminuir, se intensificará para bien del país.
En su batalla contra ese mal social, que colocó al país en el número 123 entre 180 países analizados, equivalente a 32 puntos de mejora, de acuerdo al ranking internacional y medición de la organización Transparencia Internacional de las Naciones Unidas, la República Dominicana cuenta con un Ministerio Público independiente que encabezan los magistrados Miriam Germán Brito, Wilson Camacho y Yeni Berenice Reynoso, además con la eficiente labor de la Dirección de Ética e Integridad Gubernamental que dirige la doctora Milagros Ortiz Bosch.
En su firme propósito de adecentamiento del país, tradicionalmente saqueado por políticos y funcionarios que llegan al poder a hacerse millonarios, el presidente Abinader ha tenido que tomar decisiones en contra de altos dirigentes de su partido y personas allegadas, enviando un claro mensaje de que en su Gobierno, no hay vacas sagradas.
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