Dejando de lado la tragedia de Ucrania vale recordar el artículo “Opiniones de David Petraeus sobre Afganistán” de septiembre 3 del año pasado, inmediatamente después que Estados Unidos abandonara Afganistán que reza así: “Una opinión trascendental de Petraeus es que los talibanes deben reconocer que están quebrados. Estima que traficar cocaína y cultivar opio para producir heroína puede producirles 500 o hasta mil millones de dólares anuales pero el presupuesto de Afganistán, subvencionado por Estados Unidos, Japón, Reino Unido y otros donantes rondaba entre 18,000 y 19,000 millones. El Talibán dependerá de ayuda externa y, sin donaciones, habrá apagones hasta en Kabul por falta de combustible”.
Petraeus, quien encabezó el ejército estadounidense en Irak y en Afganistán proclamó que los talibanes habían ganado la guerra pero que podían perder la paz. Ese pronóstico es certero pues la guerra duró 20 años, desde 2001 hasta 2021 trastocando todo el entramado económico social y no logró el indefinido propósito de “nation building” proclamado de vez en cuando. En todo ese tiempo Estados Unidos pudo mostrar, como logro máximo, la captura de Osama Bin Laden.
Los talibanes, gobernando un país al borde del colapso total participaron en Oslo en una reunión Cumbre convocada por el gobierno noruego celebrada en diciembre 2021 y en la cual también concurrieron representantes oficiosos de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania y la Unión Europea. Las autoridades noruegas aclararon que esas conversaciones internacionales no equivalen a legitimar el grupo islamista pero aun así los activistas afganos de derechos humanos rechazaron que se hubiese realizado ese cónclave.
Leer también: La inflación en Estados Unidos se dispara hasta el 7,9 % en febrero
Occidente acusa a los talibanes de violar los derechos humanos. No obstante, la canciller noruega señaló que la comunidad internacional “debe hablar con las autoridades de facto del país” ya que “no se puede permitir que la situación política conduzca a un desastre humanitario aún peor”.
Los Estados Unidos han congelado 9,500 millones de dólares de las reservas del Banco Central de Afganistán que se estiman que podrían servir para financiar 15 meses de importaciones. El FMI suspendió el apoyo financiero a Afganistán hasta que las autoridades de facto logren el reconocimiento internacional. El representante talibán en Oslo señaló: “Les estamos solicitando que descongelen los activos afganos y que no castiguen a los afganos comunes debido al discurso político”. Ya en octubre se reportó que cerca de 8.7 millones de personas estaban “a un paso de la inanición”.
Expertos recomiendan cautela y plantean que “La asistencia debe ser directa al pueblo afgano y la entrega de fondos debe ser condicionada a la respuesta a las demandas del pueblo para establecer un gobierno inclusivo y respetar los derechos humanos y de la mujer”. Otros, más radicales, señalan que: No debe haber discusiones para reconocer el Talibán sin celebrar elecciones en Afganistán”.
Una declaración conjunta de los occidentales presentes en Oslo enfatizó la importancia del respeto de los derechos humanos y la necesidad de lograr un sistema político representativo para asegurar estabilidad y un futuro pacífico para Afganistán. Esto implica que el Talibán honrará sus compromisos contra el terrorismo y tráfico de drogas.
El dilema es sobrecogedor: ofrecer ayuda antes del reconocimiento internacional o exigir el reconocimiento antes de la ayuda. La ONU ya aprobó recabar para Afganistán las donaciones más altas de la historia para un solo país.