El Gobierno de Luis Abinader ha enfrentado con éxito la pandemia, aunque aún no se puede declarar que fue superada, y también en la recuperación de la economía con un crecimiento real del PIB de 4.7% entre 2021 y 2019; pero a partir de septiembre de 2020 se observó que la inflación anualizada superó la meta del Programa Monetario y en lo adelante esa ha sido la tónica a punto que la inflación en 2021 fue de 8.5% (3.5 puntos porcentuales mayores a la meta superior del Programa de 4.0±1); obviamente la pandemia ha provocado alzas de precios de todos los commodities, pero también hay un componente interno debido a la política monetaria expansiva, por lo demás necesaria para estimular la economía en momentos en los cuales la política fiscal no contaba con los recursos.
Un fenómeno que parecía transitorio y se podía superar a mediados de año, siempre y cuando la pandemia no presentara otra variante agresiva, ahora se complica por la invasión de Rusia a Ucrania, lo cual obliga al Gobierno a modificar prioridades.
Ucrania es un país de 603,548 kilómetros cuadrados y 41.4 millones de habitantes (es como 12.5 veces la República Dominicana y su extensión territorial es mayor que Francia y cualquier otro país de la Unión Europea), en cuanto a nuestra relación comercial es mínima, no exportamos nada y en 2021 importamos US$4.48 millones; el primer impacto sería en el turismo, pues el año pasado recibimos a 183,700 rusos y 85,912 ucranianos.
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El impacto mundial es inconmensurable, ya que Ucrania aparte de disponer de una las mayores reservas mundiales de uranio, titanio, hierro, gas de esquistos y otros, resulta que es un gran productor agrícola; el principal productor y exportador mundial de girasol y aceite de girasol, segundo lugar mundial y cuarto en exportación de cebada, tercer mayor productor y cuarto exportador mundial de maíz y de trigo. Un largo conflicto, provocada por la resistencia ucraniana a ser absorbidos por la Federación Rusa, va a provocar desestabilización de los mercados y mayores alzas en los “commodities”.
Con un panorama de esa naturaleza era lógico que el Presidente Abinader en su mensaje del 27 de febrero anunciara aumento de las tarjetas, del bono gas, los mercados de Inespre, de los comedores económicos y mantener el subsidio a los combustibles y de hasta 10% en maíz, trigo y otros insumos.
Esos subsidios y mayor inversión para garantizar la producción agropecuaria va a obligar al gobierno a reorientar el presupuesto y necesariamente recortar el gasto de capital como lo hizo el año pasado sin que hubiesen conflictos geopolíticos.
La prioridad actual es trabajar unidos para aminorar el impacto del alza de los precios sobre los más pobres; no es momento de grandes realizaciones de infraestructuras y mucho menos pretender un ambicioso plan de 15 reformas, incluyendo una constitucional. El reto es impedir que el impacto de la inflación y la inequidad social provoquen conflictos sociales, por eso hay que gobernar en “modo de emergencia”.