Manolo y Minerva: un liderazgo en común

Manolo y Minerva: un liderazgo en común

En 1967, el periódico El 1J4, en ese entonces dirigido por Raúl Pérez Peña (Bacho), buscó levantar la moral del partido y la de sus militantes (en ese momento afectada por las crisis y divisiones internas), invocando las figuras de Manolo y Minerva. Años más tarde, en un artículo titulado “Manolo, el líder”, Bacho explicaba que “líderes como Manolo y otros de similar temple tienen un espacio que ocupar en el carcomido presente del país, porque con su entereza moral, sus propuestas liberadoras, su ejemplo de lucha por un futuro social digno para los dominicanos se convierten en un norte a seguir y una bandera a levantar. Así lo reclaman sus propios sueños”.

Durante los últimos 55 años, encontramos en numerosos escritos y entrevistas de Bacho, siendo una de las últimas la ofrecida en el 2022 al periodista y productor de Acento TV, Fausto Rosario, un esfuerzo sistemático para que las figuras de Manolo y de Minerva pudieran visualizarse en igualdad de condiciones y de manera complementaria ya que, desde su punto de vista, eran “el uno para el otro y viceversa”. Esta mirada, manifestada a viva voz por los que se reconocen como parte de “una generación llamada Manolo”, concuerda con el deseo expresado por Minerva Mirabal en una carta enviada a Manolo Tavárez, en la que le indicaba “podrán separar nuestros cuerpos, pero no nuestros espíritus”.

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En un artículo publicado el 6 de noviembre del 2012, titulado “La muerte de Leo Nanita me obliga a no fallarle”, Bacho hizo alusión a una versión interesada que, con el objetivo de reducir la dimensión histórica del líder catorcista, ha pretendido inventar a un Manolo Tavárez secundario a su gloriosa compañera Minerva Mirabal. Cosa nada más lejana de la realidad, según el propio Leandro Guzmán, en una conversación hace unos años con el autor de este artículo. Y prueba de ello, es precisamente en cómo se forjó el liderazgo conjunto de Manolo y de Minerva y cómo continuó creciendo el del primero aún después del crimen del que fue víctima su esposa.

De acuerdo con Bacho, Leo Nanita y Juan José Cruz Segura eran las personas más autorizadas para hablar sobre Manolo y específicamente “de sus primeros pasos en la resistencia contra el trujillato”, pues el segundo le atribuyó al primero haber ingresado al líder del 1J4 en las filas de la Juventud Democrática. Para ponderar la formación política y capacidad intelectual de Manolo, es necesario, según Bacho, remontarse “a su crianza política, donde estuvo Leo”, quien “fue siempre un revolucionario irreductible” que “asumió el marxismo desde sus estudios secundarios, siendo intransigente al postular sus principios ideológicos”. Por esa vía, le llegaron a Manolo las ideas y los libros de izquierda. Entre los textos que más estremecieron a los jóvenes de la época, se encuentra La historia me absolverá, de Fidel Castro.

En esa obra, Fidel concluyó su alegato de defensa en el juicio que le siguieron por su participación en el asalto del cuartel Moncada en 1953, señalando: “En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no la ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa, La historia me absolverá”. Conscientes de los riesgos expuestos por el comandante de la Revolución cubana, Manolo y Minerva iniciaron la lucha y asumieron con dignidad y entereza su paso por La 40 y La Victoria. Durante la farsa de juicio que montó la dictadura trujillista, Roberto Cassá señala que “Tavárez Justo concibió la idea de aprovechar el juicio para hacer una denuncia sistémica del despotismo, pero fue disuadido de hacerlo por uno de sus compañeros, quien le argumentó que Trujillo no era igual que Batista”.

A pesar de estar sometido bajo el peso de las torturas, nos dice Tony Raful que “sorprende el análisis económico y social del Dr. Tavárez Justo en su declaratoria frente a los servicios trujisllistas” en cuya exposición desarrolló “una denuncia dolorosa y valiente contra las causas generadoras de males sociales” en la que reivindicaba “un cambio en la dirección de la cosa pública dominicana” a los fines de que el pueblo pudiera “vivir dentro de un ambiente más en consonancia con sus necesidades”. No obstante, además del régimen de terror, Cassá nos recuerda que, aunque Manolo había asumido una postura claramente izquierdista, tuvo que actuar “en forma cautelosa y entre círculos restringidos, lo que se puede interpretar en el sentido de que ya estaba imbuido en el criterio de que había que preservar la unidad del Movimiento”.

Esos dos factores nos permiten comprender mejor el accionar, las posturas y las restricciones en las que actuaba Manolo. Tampoco se puede obviar la cuestión de género pues como nos dice Cassá, durante el período en la cárcel “se asistió a un papel protagónico de las mujeres que, en forma generalizada, tomaron una postura desafiante, conscientes de que era menos probable que se ejercieran represalias contra ellas”.

Desde la perspectiva de Bacho, “entender la dimensión histórica de Manolo Tavárez entraña partir de su pensamiento revolucionario y la densidad de una trayectoria de múltiples misiones en disímiles escenarios, períodos y dramáticos episodios”. En ese orden, un análisis justo sobre el liderazgo que se forjó en el 1J4 Clandestino implica asumir una mirada conjunta a la acción y pensamiento de la pareja Tavárez -Mirabal, tal como se recoge en los escritos de Bacho y Cassá, los cuales exponen con detalle cómo ambos dirigentes se mantuvieron unidos, protagonizado desde el primer instante todos los momentos estelares en los que se desarrolló su historia en la organización verdinegra, hasta sus respectivos asesinatos.

A modo de síntesis, Bacho nos explica que “con precedentes de rebeldía en tenebrosos momentos, Manolo Tavárez había emergido de las tinieblas de la tiranía articulando junto a Minerva Mirabal y otros destacados jóvenes la estructura clandestina que se extendió por todo el país bajo el nombre del Movimiento 14 de Junio”. Por su parte Cassá nos explica que “durante los meses finales de la dictadura, el centro de gravitación de la organización se trasladó a Santo Domingo por lo que los esposos Tavárez-Mirabal estaban gestionando mudar su residencia a la ciudad capital. En aquellos momentos, nos sigue diciendo el destacado historiador, “los esposos Tavárez Mirabal, de acuerdo a un testimonio autorizado, percibieron que se estaban creando polarizaciones ideológicas entre izquierda y derecha, y decidieron abstenerse de exponer posturas izquierdistas con el fin de contribuir a la unidad en torno al trujillismo”.

En lo que concierne a la histórica reunión del 10 de enero de 1960 en Mao, Cassá señala que por su matriz izquierdista, el Movimiento Clandestino tenía que identificarse más con la Revolución Cubana por lo que en la aprobación del nombre y el programa “jugó un papel clave la preeminencia del sector cibaeño, que tenía por eje al matrimonio Tavárez-Mirabal y que dirigió los preparativos de la reunión constitutiva”. Otro aspecto importante en dicha reunión fue la elección del órgano directivo. Allí, Tavárez Justo “fue electo presidente a unanimidad y a propuesta de (Luis) Gómez”. Agrega Cassá que la posición de secretario general recayó en Pipe Faxas, lo que se podría pensar que se debió a consideraciones de equilibrios regionalistas; en realidad, Faxas reunía sobrados méritos que lo acreditaban en lo personal como el único, además de los esposos Tavárez-Mirabal, que había forjado un liderazgo”. En la próxima entrega abordaremos la salida de la cárcel de Manolo y su elección como presidente de la Agrupación Política 14 de Junio.

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