El Partido Revolucionario Moderno (PRM) surgió con la intención de no reproducir las viejas y lamentables prácticas del PRD. En la casa que dejamos atrás, el espíritu fratricida sustituyó la capacidad de cohabitación. Por eso, tantas potencialidades quedaron amargadas sin poder cristalizar sus legítimas aspiraciones, y sin darse cuenta, la lógica de obstruir impidió la ruta de relevos ordenados. Allí lo importante dejó de ser el espíritu de cuerpo, dándole espacios a individualidades que llegaron a la locura de preferir al extraño antes de entenderse con el compañero. Y llegó la desgracia.
El manual de imprudencias de la vieja casa está muy fresco en la memoria de amplios segmentos de la sociedad. De ahí que calcar esas prácticas malsanas nos conduciría por el mismo sendero de fracasos y derrotas. Los resultados electorales en el orden municipal, congresual y presidencial, debemos leerlos con cuidado e inteligencia estratégica. A futuro, el éxito electoral nos tocará la puerta si el desempeño de la actual gestión supera las perturbaciones e incomprensiones de franjas partidarias capaces de dinamitar el camino de las reformas pendientes bajo la irresponsable premisa de que situaciones de índole social y económica, allanan la factibilidad de volver a conquistar niveles de respetabilidad en la población. De ahí la urgencia de un partido y su liderazgo, unificado sin adelantar aspiraciones que, en la actual coyuntura, lucen imprudentes y destempladas.
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En política como en la vida, todo tiene su tiempo. Creerse que los recursos públicos y distribución de empleos se asocia a potencialidades presidenciales retrata la torpeza y desconocimiento de un país con requerimientos indispensables para el justo desempeño. Los últimos éxitos presidenciales no necesitaron del ritual del empleo como mecanismo de galvanización del voto popular. Por el contrario, aquellos que descansaron en trampolín de lo estrictamente patrimonial, ni ayer y nunca podrán colocarse la banda presidencial. En las actuales circunstancias se torna difícil o casi imposible generar respaldo político en la sociedad por la fuerza del dinero y/o financiando plataformas comunicacionales, pautadas por el pagador.
Aquí, como en muchas partes del mundo, no se puede engañar a la gente por siempre. Y como en la vida, también en la política las mentiras tienen corta duración.
Ahora, en la jurisdicción de la fuerza electoral victoriosa lo que debe prevalecer es el tino, y posponer hasta diciembre del 2026 cualquier agenda aspiracional. En el calendario del PRM, julio del 2026 marca un relevo de autoridades institucionales, y las manos que conduzcan la nave podrán organizar la fórmula de competencia.