Manuel Núñez, el tránsito del ensayo la ficción narrativa

Manuel Núñez, el tránsito del ensayo la ficción narrativa

Con la publicación de “El ocaso de la nación dominicana” (2005), Manuel Núñez se instaló en el espacio de nuestro principal ensayista de temas civiles. Al retomar el problema de las relaciones -dominico-haitianas y los desafíos de las dos naciones en una misma isla, Núñez ocupó el espacio de Américo Lugo, Peña Batlle y Joaquín Balaguer al tomar un tema nacional y convertirlo en el motivo de debates. Era un tiempo en que todavía gobernaban las ideas sobre las percepciones, los argumentos frente a las narrativas.

No fue pequeña su tarea de convertirse en el exponente de los problemas nacionales, de presentar el cuerpo sangrante de una dominicanidad, conformada en la debilidad del pensamiento que funda la nación dominicana. Luchó contra tirios y troyanos. Cierto es que los años noventa eran de definición y del fin de las utopías. Cierto es que su discurso, además de controversial era controvertible, como todo discurso que pretende cargar con las deficiencias del Estado, contra la debilidad de la formación social que perfila el presente con ciertos trazos del pasado histórico, en un mundo en que predominan las imposturas y las debilidades de la pequeña burguesía sujetas a la construcción económica y al vaivén social.

Independientemente de las características que tiene su pensamiento y de los sorteos que ha dado a la realidad del debate en Santo Domingo, donde prima la descalificación y los juicios ad hominem antes que tratar de esconder que el conocimiento también se nutre del contraste de las ideas contrarias porque algo hay en un texto que nos permite caminar con más seguridad hacia la obtención de la verdad. La obra ensayística de Manuel Núñez en sus libros “El ocaso de la nación dominicana” (2015), “La dictadura del débil” (2015), “La autodestrucción. La descomposición de la nación dominicana” ( 2017) y también en “Peña Batlle en la Era de Trujillo” (2008), obras de grandes calados, son muestras de cómo el autor se constituyó en el mejor exponente de la ensayística dominicana de tema nacional de la generación que comenzó a publicar en la década de 1980.

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La valoración de su ensayística, por su propia naturaleza, necesita del tiempo para que, de forma sosegada, se pueda aquilatar su importancia en una cultura en movimiento. El uso de elementos históricos y sociológicos es menester que se vea con el paso del tiempo más allá de la coyuntura que le ha dado vida en el debate nacional. Lo que me ocupa en este momento es hablar de su tránsito de la ensayística a la narrativa con la publicación de sus obras “El último Sordello», novela publicada por Letra Gráfica, en 2021 y “La entrada del barón Samedí en Santo Domingo y otros relatos” (Alto Velo, 2022).

Manuel Núñez venía trabajando desde hace muchos años sus textos narrativos, que algunas vez, escuché en una tertulia, pero no lo dio a la estampa hasta lograr su verdadera elaboración como obra de arte. Me referiré por el momento a su reciente libro “La entrada del Barón Samedí en Santo Domingo y otros relatos”.

Podríamos resumir esta producción literaria en dos grandes temas: el de amor y el del sentido histórico-patriótico que toca los asuntos del nacionalismo dominicano y sus desafíos. El primero plantea una vuelta de la narrativa, al tema del amor y las relaciones conyugales. Un romanticismo interesante porque a través de él podemos analizar las distintas formas en las que se relaciona la clase media dominicana. Y creo que la perspectiva del autor es interesante a la vez que plantea una novedad en la narrativa de lo social en la literatura dominicana actual. Esta consiste es una comprensión de lo social que muchas veces hemos echado de menos en otros autores, porque tienen una mirada muy sesgada y hasta grotesca de la realidad social dominicana, lo que nos lleva a pensar en una perspectiva que mira desde arriba a una sociedad no sólo incomprensible, sino que aparece por debajo de las expectativas del sujeto escritor.

Lo que apreciamos de este aspecto de su escritura es la presencia de un realismo que trata las relaciones entre pareja y al sujeto en lo social con puro verismo, y de la forma irónica en que se encuentra retratado el actor en nuestra sociedad. También debo resaltar el hecho de que la narrativa de Manuel Núñez tiene lo que les falta a otras: el humor. Es una manera de convertir lo narrado en algo interesante, que viene de un autor que no ha temido plantear los temas más candentes de nuestra actualidad y de situar en su verdadero lugar las ideologías que se ha posicionado como verdad, a la vez que se cuestiona la suya.

Pienso que el texto donde mejor el lector podrá encontrar lo que apuntamos arriba es en “Los hombres no saben morirse” (págs. 261-312). Es un relato de muchas intertextualidades, con Juan Bosch en “El difunto estaba vivo” o “La bella alma de don Damián”, pero muy cercano a “El difunto Matías Pascal” de Luigi Pirandello. Es un texto sabroso porque usa también el infierno de Dante para realizar un juicio sobre personajes de la actualidad dominicana, por lo que se convierte un texto sumamente interesante desde la perspectiva de un fresco social que denuncia y satiriza ideas y personajes; buenos y malos (de izquierdas y de derechas), a la vez en que construye un texto de muchas textualidades y maneras narrativas.

A veces podríamos criticar la forma tradicional de la escritura de Núñez, pero no es del todo tradicional, en sus relatos aparecen los personajes que realizan el discurso literario en primera persona, en segunda y en tercera persona, por lo que hay también un juego de distintas voces, como aparece en el cuento “El amor desterrado de Federico” (págs. 123-146), en el que el autor trae de nuevo el recurso de la carta, en especial las cartas de amor, tan de uso en el romanticismo y desaparecidas hoy por los efectos de la tecnología y la inmediatez postmoderna.

El otro aspecto que referiré tiene que ver con los relatos de tema históricos que aparecen en el libro y con los que el autor liga la narración a sus temas ensayísticos. Por lo que esos relatos se pueden ver dentro de un intento de plasmar las tesis sostenidas en sus ensayos como Pedro Mir en “Cuando amaban las tierras comuneras” (1978). Esos relatos son “La invención de Boyer” y “La entrada del Barón de Samedí a Santo Domingo”. El primero sostiene la idea de la unificación de la isla en un gobierno desde Puerto Príncipe y el segundo la ocupación del país por grupos de ilegales.

Ambos tienen las dificultades de que no se podrán leer del todo sin tomar en cuenta los textos discursivos. El talante narrativo de Núñez realiza aciertos en ambos textos. Como ocurre en “La invención”, Núñez ha construido un relato homodiegético, colmado de otras textualidades, en el que viaja a un aspecto desconocido de la vida de Juan Pablo Duarte, trabajado someramente por su biógrafos, como Joaquín Balaguer en “El Cristo de la libertad”(1956).

En fin, el tránsito de Manuel Núñez del ensayo a la narrativa ha sido, a mi manera de ver, muy interesante y de variados aportes a la literatura dominicana actual. Esperamos que siga trabajando sus textos, porque nos da la idea del surgimiento de obras de estimable valor en la narrativa dominicana de las últimas décadas.