Las mujeres unidas al movimiento sufragista de Emmeline Pankhurst en Inglaterra coincidieron tanto en espacio, reivindicaciones y metodología pacifista en el afán de alcanzar emancipaciones y autonomías, con Mahatma Gandhi.
De hecho, para la profesora Dennyris Castaño Sanabria, de la Universidad de Granada, la “resistencia pasiva” que caracterizó al independentista de la India se fundamenta en las estrategias que aprendió de las inglesas que hacían peticiones, imprimían revistas, argumentaban en todos los escenarios por su ciudadanía.
Y es que conscientes de los estragos de la Primera Guerra Mundial (1914 –1918), y en vilo por lo que se avecinaba ante los nacionalismos exacerbados que provocarían una segunda contienda bélica (1939-1945), en la etapa de “entreguerras” (noviembre de 1918 y septiembre de 1939), los programas de reformas que hacía el feminismo sufragista abogaban por la paz mundial y solicitaban a los Gobiernos que no participaran ni apoyaran guerras, ya que formularon posturas políticas desde la emancipación y no de la coacción.
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De hecho, en la página 24 del “Ideario Feminista y algún aporte para la historia del feminismo dominicano”, que Abigaíl Mejía imprime en el “Taller tipográfico Fémina”, para 1939, de Petronila Angélica Gómez Brea, se destaca el pacifismo: “Para la mujer todos los derechos y también todos los deberes. Menos el de ir a la guerra. Ella no debe quitar la vida… Ella la da”, evidenciando la postura antibelicista.
Y es que las gestoras de la ciudadanía génesis comprendían que eran las mujeres quienes -muy intensamente- sufrirían nuevas guerras, y como ellas eran víctimas de las violencias desatadas niñas, niños, migrantes, personas con discapacidades y envejecientes.
De esta genealogía feminista pacifista se rescatan argumentos tan radicales para la época como la emitida en la revista Fémina, en 1936, por la sufragista puertorriqueña María Más Pozo, dispuesta a renunciar del derecho al voto a cambio de la paz mundial: “Por acción entendemos algo que en realidad obligue a los Gobiernos a tomar en cuenta la decisión femenina en asuntos domésticos internacionales. Uno de los medios sería la abstención al voto (…) Declarándose la mujer universalmente en huelga contra todo lo que implique guerra”.
Hoy vivimos, también, un marzo de entreguerras, Palestina sufre el genocidio provocado por las tropas israelíes, aumenta la incomprensión entre Rusia y Ucrania; y a estas se suman las contiendas cotidianas que padecen a diario mujeres y niñas. En sus hogares, llevan las cargas físicas, emocionales y económicas, en tanto que, permanecen atadas a sistemas que estructuralmente despoja de su participación plena. Y, aún así, ¡resisten!
¡Es por eso que en marzo salimos a las calles! Teniendo en memoria a la propulsora de que sean visibilizadas las desigualdades de las mujeres trabajadoras, y creadora de “Women’s Office”, Clara Zetkin (1910); pero también marchando conscientes por la solicitud de María Más Pozo en 1936: “(…) Una huelga mujeres contra de las guerras haría una gran obra de la humanidad”, y de pensamientos pacifistas como el de nuestras pioneras, como precisamos, se inspiraría Ghandi.