Ya se comienza a definir la conformación del próximo proceso electoral. La oposición está tratando de repetir el pacto de 1996 bajo el cual en una segunda vuelta Balaguer apoyó a Leonel Fernández para que no saliese elegido Peña Gómez.
Abinader enfatizará la honestidad de su Gobierno en contraste con la corrupción en los del PLD y la Fuerza del Pueblo, mientras que la oposición se concentrará en que el dinero no alcanza, la delincuencia aumenta y son pocas las obras públicas.
Aunque no he sido invitado a dar una asesoría electoral al presidente Abinader, yo sugeriría poner énfasis en lo mucho que el Gobierno está gastando en subsidios sociales para evitar un más alto costo de la vida. Desde los inicios del conflicto europeo el precio de la gasolina no ha aumentado, lo que implica un subsidio enorme. Aunque el Pacto Eléctrico obliga a un aumento en la tarifa eléctrica, dados los incrementos en los costos, esta se mantiene congelada lo que implica más subsidios. El hecho de que una tercera parte de los que consumen electricidad no la pagan, pero continúan recibiéndola, implica otro extraordinario subsidio.
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Agréguese a esto el subsidio a los fertilizantes y a la harina, además de los implícitos a través de los programas de tarjetas como “Supérate”, veremos que el Ministerio de Hacienda tiene que aportar enormes recursos para cubrir los mismos. No lo hemos calculado, pero no dudamos que esos enormes subsidios equivalgan a un 10% de lo que recibe el Gobierno por concepto de impuestos. Si a eso agregamos el 23% de lo recaudado que se va en pago de intereses de la deuda externa e interna y el enorme costo de una nómica pública que, aunque este Gobierno la ha reducido, todavía es superflua, se llegará a la triste conclusión de que lo disponible para el Gobierno para inversiones públicas es muy reducido. Por eso se ha tenido que apelar a mecanismos como fideicomisos y alianzas público privadas para aumentarla.
Convendría al presidente Abinader que se explicite el enorme volumen de subsidios que está otorgando el Estado para evitar incrementos en el costo de la vida y cómo eso, ante la ausencia de una reforma tributaria, reduce las posibilidades de mayores inversiones públicas.
Ha sido mi costumbre en años electorales en que se va a la reelección desde el poder, advertir sobre el peligro de que nuestros políticos “desguañanguen” la economía para conseguir votos. No creo que eso pasará en esta ocasión, primero, porque el Gobierno cuenta con un magnífico equipo económico conformado por Héctor Valdez Albizu, Jochy Vicente y Pavel Isa Contreras.
Segundo, porque siendo un objetivo muy citado del Gobierno el mantener la inflación por debajo del 4%, el “calentar la tubería” de la economía con medidas expansivas contribuiría a no lograr ese tope inflacionario por lo que el “desguañangue” devengaría en un boomerang contra la campaña reeleccionista.