Merecido triunfo de Abinader

Merecido triunfo de Abinader

Melvin Matthews

Napoleón Bonaparte afirmaba que “la victoria sigue al hombre grande”. Y el pueblo dominicano ha elevado al presidente Luis Abinader al estatus de un líder destacado en la política nacional, al reelegirlo abrumadoramente para un segundo y único mandato consecutivo, que él se ha comprometido a respetar, conforme a la Constitución, gobernando hasta el 2028.

El concepto de triunfo, entre los romanos, era una solemnidad que incluía aplausos en la celebración de alguna victoria y también el premio con que honraban al vencedor. La victoria conseguida a expensas de derrotar a los enemigos en cualquier género de competencia, especialmente en el ámbito militar y político.

Puede leer: El derecho al voto

El laurel que recién entregó el electorado a Abinader concediéndole el 57.16% de los votos –una cifra que anticipé en uno de mis artículos recientes- reconoce la gestión de Gobierno emprendida por el mandatario, su ética de trabajo transparente, la lucha contra la corrupción y la impunidad, así como su acercamiento constante a la población, incluyendo a los más necesitados.

Este triunfo arrollador no solo reconoce la gestión de Gobierno que ya culmina, sino que también representa el mandato del pueblo para que, afianzado en la mayoría congresual alcanzada, se aboque a impulsar sin excusas las reformas económicas e institucionales que demanda la sociedad: Reforma Fiscal integral, Código Penal, blindaje del Ministerio Público independiente, reforma de la Seguridad Social, entre otras.

Al mismo tiempo, la sólida victoria consolida la “Era del PRM”, el partido gobernante, con efectos contrarios en las organizaciones opositoras mayoritarias; la FP, de Leonel Fernández, si bien creció entre el electorado al obtener casi el 30 por ciento del voto presidencial, cayó en el Congreso, mientras el PLD, que postuló a Abel Martínez, redujo su presencia electoral hasta el 10 por ciento, el más bajo de su historia, sin obtener senadores desde 1990.

Opino, con Pitágoras, que “los verdaderos triunfos son los que se consiguen sin derramar sangre”, a propósito de las votaciones masivas, ordenadas y organizadas por la JCE celebradas el domingo, evidencia del alto nivel de conciencia cívica alcanzado por el pueblo dominicano.

Al aceptar la palma de la victoria, Abinader habló sin desmesura; elogió a la ciudadanía, reconoció a sus rivales, congratuló a sus partidarios y avizora el futuro con optimismo.

Ciertamente, la victoria sigue al hombre grande, pero no hay triunfador que no sea presa de su triunfo y la sombra del laurel embriaga y adormece.

Más leídas