Mi boda con una haitiana…

Mi boda con una haitiana…

Pedro Rene Almonte

Los dominicanos deben estar conscientes y asumir la realidad inequívoca del matrimonio eterno que tiene la República Dominicana con Haití. Un matrimonio indeseado para una cosa, pero bastante beneficioso para otra. Por consiguiente, hay algo que aunque usted sea anti haitiano, xenófobo ocasional, racista o elitista, debe tener en cuenta,  y es lo siguiente: Hasta que el mundo exista o que nuestra isla siga divida por una línea “imaginaria”, siempre tendremos ese hermano que le pesa tanto a nuestros hombros, pero que en muchas ocasiones nos ha servido para llevar nuestra propia carga, generar riqueza y mantener  nuestros niveles de crecimiento económico. Para nadie es un secreto que la mano de obra haitiana, nos ha ayudado desde la industrialización del sector de la caña de azúcar (hace muchos), pasando por la agricultura en términos generales, hasta llegar al izamiento de los rascacielos más lujosos de nuestro país, la República Dominicana.

La realidad del pueblo haitiano cada vez es más complicada, a tal punto que Haití se ha convertido en un polvorín; una bomba tiempo que estalló y que muchos por ignorancia o por complicidad con los enemigos de la Patria, prefieren mirar hacia otro lado; lo cual agrava mucho más  los efectos que tiene esa bomba de tiempo (Haití) sobre la República Dominicana.

En tal sentido, para muchos dominicanos, Haití es malo; porque sobrecarga nuestro sistema sanitario; porque se multiplican los niveles de hacinamiento en nuestro país y porque en muchas ocasiones, los haitianos son medios de propagación de enfermedades. 

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De modo que , en el único momento que Haití( La perla de las Antillas) ha estado regular , fue en el siglo XIX cuando su capacidad de generar riqueza era parecida a este lado de la isla ; pero entre la extracción indiscriminada de sus recursos naturales por parte de esos países que hoy Haití les hiede , la corrupción galopante de su clase política y empresarial , los bajos niveles de educación de la población común ; todo estos fueron componentes necesarios para crear la tormenta perfecta en la que se ha convertido Haití.

Por consiguiente, gracias a la ausencia del Estado y de la comunidad internacional; el control del país lo han tomado bandas criminales y organizadas que cada vez ganan más terreno. Dichas bandas con una capacidad criminal que en muchas ocasiones desde aquí ignoramos, pero que ya sobreabundan  los titulares en la prensa, como: secuestros, asesinatos, control de sectores completos del país donde el orden y la ley se ausentan totalmente y la exhibición descarada que estas bandas hacen con fusiles de asalto y armas de guerra, equiparables a cualquier ejército de la región, incluido el de la República Dominicana.

Asimismo, nuestras autoridades deben dar por un hecho incuestionable, que la comunidad internacional “soltó a Haití en banda” y que el bobo no los tenemos que chupar nosotros, los dominicanos. Por eso, lo ideal sería crear un grupo de cooperación regional con los países que sienten el impacto de la migración haitiana y conjuntamente buscar una solución viable, como propuso el ex canciller dominicano Miguel Vargas Maldonado.

Lo primero es identificar los problemas que tiene Haití, los cuales, ya sabemos: pobreza, desempleo e inseguridad. La pobreza se combate con generación de empleo y la creación de oportunidades, y la inseguridad para terminar con ella hay dos soluciones que deben darse de manera simultánea, por un lado, desincentivando la captación de nuevos vándalos, creándole oportunidades de superación y por otro lado con un brazo armado del bien que acabe con esa plaga, como está haciendo Bukele en El Salvador con las maras.

La migración irregular haitiana sólo se va detener cuando el ciudadano haitiano pueda vivir con más dignidad, por eso lo correcto es que en un lugar de crear un muro físico, debemos propiciar la creación de una franja económica y sanitaria entre los dos países (propuesta también del excanciller Miguel Vargas), y controlar la migración irregular al costo que sea. Porque la queja y el crujir de dientes de los dominicanos es que hay demasiados haitianos en el territorio que no existen social ni económicamente , son nómadas que deambulan por las ciudades y campos de nuestro país , que sólo están gastando nuestro presupuesto sanitario , porque si se enferman hay que atenderlos .

Los dominicanos sólo exigimos que la migración sea controlada y ordenada. Lo que queremos es ley y orden, porque donde no hay orden nunca habrá progreso. Pienso que ningún dominicano se opondría a que un haitiano viva en nuestro territorio, siempre y cuando tenga un empleo formal, que aporte a la seguridad social y pague impuestos.

Finalmente, quiero hacer una mención sobre la barrabasada que dijo un senador de la República Dominicana, empresario del transporte de pasajeros. Este hombre de la caverna que debería estar en cualquier sitio , menos en el Senado de la República ,  dijo: “ Los dominicanos que se casan con haitianas son estúpidos” , pero pedazo de idiota , el amor no conoce de color , religión , procedencia , idioma ni costumbres . Entonces, una española si puede casarse con un dominicano, o una francesa o una suiza. ¡Idiota!. En muchos hogares de nuestro país, “la muchacha del servicio doméstico es haitiana”, como es mi caso personal y a esa señora le confío algo tan delicado como mi alimentación. Uno no puede llegar al extremo de Pavel Isa o Miguel Ceara Hatton, pero tampoco al otro extremo donde se encuentran los comehaitianos. En la prudencia, el diálogo y la cooperación encontraremos la solución…pero olvidémonos de la “jodida comunidad internacional”.

¿Y si me caso con una haitiana qué vaina eh?