¡Mi jarrito pichao!

¡Mi jarrito pichao!

Riiing!… Un despertador hace de las suyas y le avisa a Píndaro que son las 5:30 de la mañana y hay que ‘cantar bingo’ para que las jugadas del día se le den… Herminio también lo escucha y solo tiende a abrir el ojo derecho para acechar –por un huequito de la sábana-, a su alter ego luchar por ponerse en pie, agarrándose a tientas y tropezándose con sus chancletas las que, por culpa de la noche anterior, las dejó invertidas y se le estaba haciendo imposible ponérselas… El calor de esa noche previa se elevó hasta los 37 grados y el aire acondicionado casi se convirtió en aire ‘acondisoplado’… El sudor le malogró su tranquilidad y, Herminio estaba siendo testigo de un Píndaro cuya meta inmediata era seguir directo a una anhelada ducha fría, dejando para después su obligatoria higiene bucal.

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“¡Píndaro –le grita Herminio-, refréscate bien, pues dijeron que hoy seguiría el calor haciendo de las suyas!”… Justo después de ese mensaje verbal, un silencio sepulcral llena el ambiente… La mano derecha de Herminio sale de entre la sábana y va directa a encender la lámpara en su mesita de noche… Todavía en este proceso de encendido no hay sonido puesto de manifiesto… En el baño, Píndaro trata de despertar pasándose su mano derecha por cada línea de su cara.. ¡Misión imposible!… Todo parece indicar que tendrá que –forzosamente- procurar un poco de agua y, como su lavamanos no le responde en su cometido, da media vuelta y se dispone a colocarse justo debajo de la mejor zona de simulación de lluvia en el centro de la bañera… Casi adivinando –pues no ha atinado siquiera a activar el interruptor para encender la luz, extiende su mano izquierda y se asegura de tener camino claro hacia el logro de su objetivo… ¡Todo listo!… ¡Solo imagina cómo su cuerpo va a entrar en una nueva vivencia de frescor!… Agarra el manubrio y, poco a poco –disfrutando plenamente de este momento-, lo gira a la derecha mientras su cara se eleva ansiosamente para estallar en gozo y, al mismo tiempo, espera recibir en su expectante y entreabierta boca el frescor que solo el continuo fluir de un intenso chorro de agua provoca.

Herminio –con gran curiosidad-, ha hecho esfuerzos por levantarse y dirigirse con presteza a investigar todo el silencio en que se ha sumido su alter ego… Con profunda curiosidad agarra el manubrio de la puerta al baño y asoma su calva para, luego, dar paso a sus todavía adormilados ojos… ¡Una palabrota es lo único que le recibe!… ¡Píndaro acaba de descubrir que lo único que sale por los hoyos de la ansiosa ducha es aire!… “Herminio –le dice con incomodidad-, agarra ese jarrito y el galón de agua y tráemelo pa’ca… ¡No aguanto el no poderme bañar por la mañana!”.

Ambos han iniciado un día muy interesante… Solo les queda asearse con un jarrito de agua, tal y como lo hacían hace varias décadas en su ciudad de crianza: Santiago. Es inconcebible que en todos estos largos años nunca autoridad alguna haya podido prever que una situación como esta de calentamiento desproporcionado de nuestro ambiente acelerara un proceso irreversible… Y, no es culpa mía ni tuya… ¡Es de todos!… ¡Sin excepción!… Y, no mires al lado… ¡Da la cara, valientemente!… Es tiempo de que te comprometas a cuidar ‘nuestro ambiente’… ¡Si ves una manguera siendo exhibida supuestamente mojando césped, protesta!… ¡Si ves varios carros en informales lavaderos callejeros, denúncialos! ¡Es tiempo de ahorrar el bien más preciado para nuestras vidas!… ¡Intenta que tu jarrito tampoco esté ‘pichao’!