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Desde sus inicios, el Producto Interno Bruto fue una herramienta muy útil, pues ha sido utilizada como una medida que permite comparar el crecimiento material entre períodos e incluso naciones. Sin embargo, la experiencia reciente que enfocarse en el crecimiento del Producto Interno Bruto sin tomar en cuenta el progreso y el desarrollo es un error. En esta serie de artículos analizaremos explicaciones propuestas por eminentes economistas como Joseph Stiglitz, Klaus Schwab, Kemal Dervis, Alexander Friedman, Jerry Grinstein, Larry Hatheway, Esther Duflo, Abhijit Banerje, Charles Krulak y Michael Todaro.
El crecimiento del PIB o Producto Interno Bruto refleja una mayor producción de los bienes y servicios de una nación en un período determinado. Esta medida es importante y válida, pero necesita ser complementada con otras variables de manera que pueda reflejar, de manera más certera, el progreso de una nación. En este orden de ideas, un Producto Interno Bruto más alto no significa un mayor desarrollo de una nación. Además de la producción, entre los componentes más importantes que debemos considerar a la hora de pensar en crecimiento están el impacto ambiental y la sostenibilidad, la equidad y la mejora en la calidad de vida de la población.
Existe una tendencia en muchos de los países en desarrollo, que usan el PBI como la única medición importante. Tener una visión cortoplacista que termina normalmente creando daños al desarrollo de un país a mediano y a largo plazo. Por eso, para crear un crecimiento con calidad solo se puede lograr a través del uso adecuado de los recursos y una ponderación importante de las externalidades de cada decisión. De esa manera, enfocándonos, en general, en un crecimiento sostenible que podía pasar de ser un límite a un fuerte estímulo a la innovación y a la prosperidad presente y futura.
Otro punto importante a tomar en consideración es la equidad. El Producto Interno Bruto es una medida de la producción y el crecimiento a nivel general. Pero no considera cómo este incremento es distribuido, a quiénes está llegando la mayor proporción de este ingreso y cuáles sectores están impactando. Una forma de lograr esto es considerar el ingreso per cápita y, mejor aún, el crecimiento por quintiles o deciles de la población. De esta manera, se puede tener una mejor idea de la distribución del ingreso de una población en el tiempo.
Finalmente, aumentar la producción debe ser un medio y no un fin. El fin debe ser aumentar el nivel de vida de las personas, reducir la tasa de desempleo, aumentar los salarios y, en fin, mejorar la calidad de vida de toda la población. Una mayor producción podría significar más consumo, pero las personas se preocupan también por su salud, la educación de sus hijos, el respeto a sus derechos y la mejora de su vida en general. El aumento del bienestar de la población es una medida certera del progreso. Esto se puede medir a través de variables como la esperanza de vida, la mortalidad infantil, los indicadores de salud, de empleo y de educación.
A manera de conclusión, crecimiento no equivale a desarrollo. En nuestra próxima entrega veremos cómo se diferencia el crecimiento del desarrollo y cómo pueden los países alcanzar un alto grado de desarrollo que les permita progresar y mejorar la calidad de vida de su población en general.