Los bebés de zonas no industrializadas comparten menos microorganismos con sus madres que los de zonas industriales, como demostró un estudio internacional que revela que los niños etíopes comparten menos del 5 % de microorganismos con sus madres frente a un 29 % de los bebés occidentales.
¿Son iguales los microbiomas infantiles en todas las partes del mundo? Es la pregunta a la que trata responder un grupo de investigación internacional donde participa el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que analizó cómo la transmisión materna, la dieta y otros factores modelan la composición del microbioma infantil.
El trabajo, publicado en “Current Biology”, es el primero que aborda la transmisión de microorganismos madre-bebé en comunidades no occidentales y el papel de la alimentación materna, según informó este viernes el IATA.
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En países no occidentales como Etiopía los niños comparten menos microorganismos con sus madres que en países occidentales como Suecia e Italia, resultado de una menor transmisión por la leche materna. Sin embargo, la infancia etíope tenía una mayor variedad de microorganismos en su microbioma, entre ellos algunas especies no caracterizadas procedentes del ambiente y de alimentos locales.
Hasta ahora se ha estudiado cómo el tipo de parto (natural o cesárea), la profilaxis con antibióticos y el método de alimentación, sobre todo la lactancia materna, modulan la transmisión del microbioma de madre a hijo.
Sin embargo, aún no se habían analizado otros factores clave como los estilos de vida occidentalizados, con alta higienización, dietas altas en calorías y entornos urbanos, en comparación con estilos de vida no occidentalizados y más rurales. Ahora, un equipo internacional de investigación, codirigido por Nicola Segata (Universidad de Trento), Edoardo Pasolli (Universidad de Nápoles) y María Carmen Collado (IATA-CSIC), ha explorado el intercambio de microbioma madre-bebé a través del análisis metagenómico de más de 700 muestras procedentes de recién nacidos (menores de 1 año), niños hasta 12 años y sus madres obtenidas en Etiopía, comparándolas con otras procedentes de países como Ghana y Tanzania, así como de otros más industrializados como Italia y Suecia.
La razón de la diferencia no está clara para los investigadores, pero parece que los factores ambientales juegan un papel importante. En la zona de estudio de Etiopía, las casas están construidas con barro y la familia convive con animales dentro de casa, mientras que en las zonas industriales hay menos impacto del ambiente (los bebés nacen en hospitales, se usan higienizantes y productos de limpieza en el hogar).
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Otra diferencia significativa es la mayor diversidad de microbiomas hallada en los bebés etíopes, en los que las especies microbianas no caracterizadas representaron una mayor fracción que en el resto. Se identificaron especies no caracterizadas pertenecientes a las familias Selenomonadaceae y y Prevotellaceae, específicamente presentes y compartidas sólo en la cohorte etíope. Escherichia coli y Bifidobacterium spp. son las especies más compartidas en los microbiomas de los niños europeos.
Según el equipo de investigación, un alimento fermentado producido localmente, el pan plano etíope llamado injera (hecho con harina del cereal local o tef), puede contribuir a la mayor diversidad observada en el intestino de los bebés etíopes con bacterias que proceden del ambiente y/o de los alimentos fermentados.
Tomados en conjunto, los hallazgos del estudio resaltan el hecho de que el estilo de vida y la alimentación puede afectar la composición del microbioma intestinal no sólo a través de las diferencias en la dieta, el consumo de medicinas y los factores ambientales, sino también a través de su efecto en los patrones de distribución de cepas madre-bebé.