Mister Brollón y la salud ocupacional

Mister Brollón y la salud ocupacional

Julio Ravelo Astacio

Por Julio Ravelo Astacio

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Lo prometido es deuda: conviene entonces hacer algunas consideraciones sobre lo acordado. Pero antes retornemos a nuestro honorable amigo cocolo. Los mayores, que conocíamos de la vida de este noble hombre nos inclinábamos a ofrecerle algunos alimentos o centavos con los que él se mantenía. No podía ponerse de pie para dar las gracias o saludar como antes. Cuando murió hubo dificultad para colocarlo en la caja o ataúd. La posición física que durante años había mantenido en el desarrollo de su trabajo modificaron su columna vertebral, imposibilitando la posición recta que caprichosamente exigen los ataúdes. Mr. Brollón tuvo que ser sepultado en una caja o ataúd especialmente fabricado para él, llevándose consigo lo único que le quedaba de su trabajo realizado con amor y dedicación durante años: su lesión permanente de columna, que como a otros tantos a nadie le importó ver, socorrer, ni mucho menos pagar.

Mr. Brollón pasa a ser uno de los tantos casos que todos debemos conocer para comprender cómo el tipo de trabajo, parte importante de nosotros, afecta nuestra salud en proporción directa a las condiciones en que el mismo se realiza. Mientras tanto, recordamos a nuestro querido cocolo con la sonrisa amplia y su cuerpo fuerte, negado a meterse en una caja que no se correspondía con su dignidad.

¿Qué es la salud ocupacional? Siguiendo las pautas de la OTT y de la OMS, podemos describirla desde el punto de vista de sus objetivos en los términos siguientes: promover y mantener el mayor grado posible de bienestar físico, mental y social de los trabajadores en todas las profesiones, prevenir todo daño causado a la salud de estos por las condiciones de trabajo; protegerlos en su empleo contra los riesgos resultantes de la presencia de agentes perjudiciales a su salud. Colocar y mantener al trabajador en un empleo adecuado a sus aptitudes fisiológicas y psicológicas, en suma, adaptar el trabajo al hombre y cada hombre a su actividad.

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Como ya habrán observado nuestros queridos lectores, es una definición amplia, abarcativa de todos los que laboramos, y es que, realmente todo trabajo tiene sus riesgos, pero innegable que también sus beneficios. Por ello nos pasamos una parte importante de nuestras vidas preparándonos para lograr un trabajo. Pero el trabajo es inherente a la vida. Todos hacemos un esfuerzo, que debe ser persistente para lograr un trabajo. Observe usted la angustia que expresa una persona cuando dice: “me despidieron”, “perdí mi trabajo”, o el extremo: “tantos esfuerzos por prepararme y ahora no consigo un trabajo”. Luchamos por capacitarnos en este mundo donde la capacidad, conocimientos, habilidades y destrezas nos permiten acceder a una actividad productiva.

Vale destacar que toda labor tiene sus riesgos. Por ello es de tanta importancia promover y proteger la salud de los que laboran por medio de la prevención y control de enfermedades, accidentes, eliminación de los factores y condiciones que ponen en peligro la salud.

Entre las manifestaciones más frecuentes tenemos: alergias, asma, enfermedad de lyme, pérdida de la audición, trastornos musculoesqueléticos, estrés, riesgos por exposición a sustancias químicas, al ruido, factores físicos entre otros. No podemos obviar en estos tiempos los trastornos vinculados al uso excesivo de computadoras y otros equipos electrónicos y de radiaciones.

Podríamos pensar que trabajar es algo peligroso. Recordemos que toda actividad humana tiene sus riesgos, incluyendo la diversión: ríos, playas, piscinas, montañas, práctica deportiva. Independiente del pago por su actividad laboral, está comprobado que nos permite socializar y ampliar nuestras relaciones interpersonales, genera buenos niveles de satisfacción personal, aumento de la disciplina y autoestima. Por otro lado, nos ofrece una visión distinta de la vida. Compromiso con su institución, sentido de pertenencia. Nuevas y distintas formas de ver la vida. Acumular experiencia. Aprender cada día nuevas cosas.

Vamos a poner buena cara la trabajo, realizándolo con entusiasmo, buena disposición, con actitud solidaria y comprensiva hacia aquellos que demandan nuestros servicios. No olvide, sin importar el área de atención, que el producto de nuestra actividad va dirigido a la sociedad. En consecuencia, si cada quien asume con responsabilidad y siente un compromiso con su trabajo, de seguro los beneficios serán para la sociedad toda.