MONICA FERRERAS ENTRE LÍNEAS Y CONEXIONES

MONICA  FERRERAS ENTRE  LÍNEAS  Y CONEXIONES

Hemos logrado, durante unos veinte años sin posibilidad de llevar el ritmo de toda su producción observar en ella un trabajo tenaz y perspicaz.
Conocimos su obra de cerca y en vivo, y nos dejamos asombrar por el discurso de sus líneas y de sus colores, hurgando en su entramado dibujístico el punto de emoción que nos transmitían sus cuadros, llenos de luz y matices en la cromática.
Para nosotros, ella rompía de lleno con la idea de arte caribeño, en sus senderos, surcos, y cuadros diagonales, se siente algo singular y plural que nos advierte de un pensamiento metafísico y espiritual. Es bajo este aspecto que hoy entendemos la exhibición que presenta en el Centro Cultural de España de Santo Domingo, como la entrega de toda una investigación que la artista ha llevado con planteamientos propios, y así lo dice…2014 marca el principio de un periodo donde empecé a explorar la idea de las conexiones. Conectar es un proceso natural y lógico que nuestra mente usa para la memoria y el entendimiento entre otras tantas funciones, y de la cual no me había percatado antes…Con estas palabras entendemos que se trata de la entrega de una maduración y experimentación con ella como ser humano hecho de sensibilidad e inteligencia con los recursos visuales que le permiten llevar a la obra la vida…
Solo la necesidad lo hizo obvio para mí. Conectar vivencias para hacer un mapa de vida o, mejor dicho, conectar vivencias para hacer mapas hechos de retazos de recuerdos, pero que al fin y al cabo son mapas y son unas guías. Siempre hemos pensado que el arte es la expresión más íntima de todo ser que nace y se forja con la posibilidad de alcanzar este lenguaje, es una invitación a ir lo más lejos posible con uno mismo, con la capacidad y la seriedad de conectarse con lo que nos hace seres humanos. La coma aquí puesta es para atraer desde la lengua el verbo “ser” con toda su esencia existencial. Las formas, los territorios gráficos, las geometrías directas o envueltas en circulaciones son justamente vehículos de conexión entre el ser y el cosmos…Hasta llegar a un nivel de humanidad, es decir, de responsabilidad en devenir el ser humano que queremos edificar durante nuestras vidas, y la artista parece que es lo que busca. Acciones como la de entender el pasado, aprender de él, poco a poco sanarlo, ir perdonando, dejar ir, se hacen posible, en parte, por el hecho de poder conectar lo mejor posible las experiencias vividas.
Por eso, la obra de Mónica Ferreras nos confirma más todavía lo que pensamos desde nuestra formación académica desde las aulasen las que Vladimir Jankélévitch, nos advertía “la abstracción y el simbolismo nos obligan a ir lo más lejos posible en los discursos del arte. Nos debemos siempre buscar ese “Je nesaisquoi d´ínexplicabe (Ese yo no sé qué, que no se puede explicar).
La artista ha frecuentado estos planteamientos que ella lleva de manera formal a un enjambre visual, nítido y transparente de sus experiencias síquicas y espirituales frente a el misterio de la vida. En este aspecto, el conjunto de sus miradas nos ofrece una mirada poética como si al mirar sus líneas y territorios estuviéramos en una lectura borgiana de jardines que bifurca el secreto y el misterio; son ingredientes del alma y de la emoción que Mónica instituye con una semántica dibujística y un montaje arquitectónico digno de una laberinto metafísico, donde se podrían reencontrar todas las confesiones del mundo, porque frente a lo divino todos estamos en un suspenso cósmico. El nunca se sabe se trata de eso. La lógica de lo visible no tiene que ver en apariencia con la idea de que nunca se sabe. Una mirada más cercana a estos mundos intangibles me lleva por universos tan fascinantes como los visibles. Mundos detrás de bambalinas, donde está pasando un montón de cosas que no podemos ver, pero que más adelante, de repente o suavemente, se hacen visibles y entonces nos preguntamos – ¿De dónde vienen estas cosas? Diría que existe la posibilidad de conectar esta idea de los universos invisibles a la idea de que, lo que hoy yo vivo y pienso está conectado indefectiblemente a lo vivido y a lo pensado ayer, de igual manera, mi futuro está inevitablemente conectado a lo que vivo y pienso hoy. Comprenderán ustedes que en nuestra pasión por juntar la palabra con el trazo, la semántica con la composición visual reconocemos en la obra de Mónica Ferreras esa posibilidad de acercarse a los más soterrados en la imagen, sea poética o gráfica. Esta es una razón por lo cual la noción de que lo que yo no puedo ver no existe, no me la creo, y sigue así como consecuencia de este recorrido que he descrito brevemente aquí y por el cual he ido descubriendo por etapas el fascinante universo de las conexiones, me he abierto a la idea de que, de una manera u otra, todo en la infinidad del universo está conectado. Es por la fuerza de estas conexiones de las líneas, de los círculos, de los territorios cromáticos, del efecto nítido de una línea con la dilución del color aguado del azul, del verde y del amarillo que sentimos en cada una de sus obras una dinámica de reflexión y meditación que ejerce un gran peso en la percepción del mundo…. Primero conectándonos con nuestro interior, desde lo micro, para luego poder conectarnos mejor hacia el exterior, hacia lo macro, para finalmente sentirnos parte de un entramado gigante e infinito de universos, así de esta manera vamos, dicho en buen dominicano, conectando un chin y un chon…

Obviamente, el recurso del título de la exposición tiene una conectividad directa con el lenguaje urbano dominicano y que enfoca con jocosidad una conectividad verbal con las nuevas generaciones.
Vale señalar, que desde hace unos años un grupo de artistas conceptuales dominicanos han tenido oportunidades de estadías internacionales para compartir y medir sus obras con las propuestas artísticas del siglo XXI.
Mónica Ferreras ha sacado grandes resultados durante sus estadías internacionales, sea en Pekín, en Suiza o en Estados Unidos.
Con ese “Chin y ese Chon” Mónica nos conecta con las propuestas más actuales de una obra que interroga y se interroga, sin soslayar la fuerza intelectual que se desprende de sus conexiones. Visitarla en su conjunto es medirse a un ejercicio de quietud y belleza que nos transmite la limpieza y la transparencia de la ejecución de una artista exigente con ella misma.

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