La joven líder ambientalista Greta Thunberg dijo que la Cumbre de Glasgow iba a ser de mucho bla, bla. No se equivocó. El liderazgo global habla como si no estuvieran implicados y los problemas fueran de otros. Muchas promesas que históricamente han incumplido.
Ojalá su Congreso avale lo prometido por Biden. Irracionalmente, dieron más importancia a la ausencia de Xi Jinping e ignoraban sus propuestas, objetivamente relevantes e imprescindibles tener en cuenta: cooperación entre Unión Europea, EEUU y China; defender multilateralismo, fijar acciones concretas y acelerar la transición verde apoyando sólidamente al resto del mundo.
La no presencia Xi y Putin, representantes de naciones claves, es producto de la enfermiza obsesión de atacarlos por cualquier tema, especialmente a China a la que pretenden descalificar por todo, hasta por respirar y existir. Querían invitados de piedra que oyesen las diatribas alocadas y cuando respondieran acusarlos de “agresividad”.
Algunos no soportan convivir con la realidad: China, estén de cuerpo presente o no sus representantes, es realidad omnipresente inevitable que tendrán que aprender a soportar. Imposible aislarla de la toma de decisiones cruciales del planeta.
Mientras se abra paso, inevitablemente, la tolerancia y la convivencia imprescindible e inevitable, observemos la realidad. Los hechos son los hechos por mucho que se intenten disfrazar y desdibujar.
La Comisión de Sostenibilidad de Cambridge denuncia que el 1% más rico del mundo produce doble de emisiones de carbono que el 50% más pobre. La llamada “élite contaminante” aportó 37% al aumento de emisiones en 1990-2015. Ahora quiere que otros reparen el daño.
Nadie se engañe, aunque China es importante contaminante por llegar con retraso a los niveles de desarrollo del mundo industrializado, son la Unión Europea y EEUU responsables históricos de la mayor parte de las emisiones acumuladas.
La dependencia china del carbón empezará a disminuir en 2025. Xi se ha comprometido a alcanzar una “civilización ecológica” pretendiendo llegar al pico de emisiones antes de 2030 y la neutralidad de carbono para 2060; reducir intensidad de emisiones al 65% con relación a 2005 y que fuentes renovables representen 25% de su matriz energética en 2030; la capacidad eólica pasará de 534 gigavatios hoy a 1200 en 2030 y seguirá reforestando.
Objetivo explícito: avanzar en descarbonización sin perjudicar la “seguridad energética, que forma parte de la seguridad nacional”. Factor muy defendido por todos.
El 1% más rico del mundo produce el doble de emisiones que 50% más pobre
“Élite contaminante” aportó el 37% a aumento emisiones entre 1990 y 2015
Los responsables históricos de mayor parte de emisiones son la UE y EEUU