Genial senador asocia baja inversión foránea a actuación Ministerio Público
El genio creativo de Freddy Beras Goico encontró el retrato perfecto del político sin instrucción y pieza por excelencia de descomponer las reglas esenciales de una actividad digna de mejor suerte. A golpes de risa y con sentido burlesco, Morrobel tocaba las fibras sensibles de la urgencia por reorientar la vocación de servicio y desechar modelos partidarios surgidos de la caverna.
Culpa de todos, esencialmente de líderes encantados con las taras de sus servidores cercanos para que el entendible instinto de desplazarlos colindara con la risa y no con la potencialidad de una sustitución.
Cobijados bajo la sombra del receptor por excelencia de las fuerzas sociales y políticas que gobernaron por 31 años, el desenfreno por la aspiración tuvo en el reformismo dos referencias dantescas: una que desde los caminos vecinales de Obras Públicas creyó el cuento chino de acompañar al dador de su gracia, y el más reciente, lanzando salchichón y pollos en una aspiración presidencial, y de paso, confundiendo la plaza senatorial de su provincia con el país.
Al maestro, escritor y referente ético por excelencia nunca le gustó el perfil del abogado en materia laboral con potencialidades innatas, porque en el primer intento hizo que la pequeña disidencia se encapuchara y tomara distancias.
Así, se reiteró en el celo impropio para un hombre de sus luces en el instante que, en la proximidad de la victoria, seleccionó un desconocido santiaguero como compañero de boleta. Hasta el referente singular de asociación con las masas, colocó en la ruta de sus posibilidades electorales, como heredero del sueño de los jodidos, al compañero de sus terribles días de infancia en Mao.
Aunque obstruían el desarrollo de nuevos talentos, sus desventuras y enconos nunca permitieron que la desfachatez y la insuficiencia asaltara de golpe los espacios partidarios y/o cuotas congresionales o municipales. Eran equilibrados y distribuían porcentajes en lealtades primarias, pero siempre en capacidad de no afectar la marca en su totalidad.
Desaparecidos los titanes, volvimos a Morrobel y su enorme valor en esquivar reglas básicas para constituirse en burla. Por eso, la noción de lo clientelar destruyó la calidad del producto político, y empinados en el modelo democrático poseen una legitimidad indiscutida debido al caudal de votos que reciben en sus respectivas comunidades, dándole categoría de representantes por la fuerza de los recursos invertidos o debido al interés de que los cargos resuelvan vacíos existenciales, y en una versión reciente: cobertura de diabluras cometidas en el extranjero.
La argumentación genial en labios de un senador fronterizo respecto de asociar el cese del flujo de la inversión extranjera a las actuaciones del Ministerio Público en materia de combate a la corrupción, develan las falencias del sistema partidario y el proceso de degradación del debate, caracterizado por el uso politiquero en ámbitos que requieren mayor fundamentación argumentativa.
Esencialmente, en una organización fundada por Juan Bosch y fuente por excelencia, por lo menos en el discurso fundacional, de hacer coincidir la práctica política con la formación.
Es decir, que los deseos de adecentamiento encontraron una argumentación “ilustrada” en un representante del principal partido opositor que, lanza al basurero las enseñanzas del maestro y señala perfectamente el camino de reivindicar las pragmáticas teorías de Morrobel. ¿Se entiende?
Aquí debemos de repetirlo con responsabilidad y gastar las horas que sean necesarias para recordarle a franjas desplazadas del poder que la ciudadanía posee el nivel de intuición e inteligencia y observa las argucias de quienes pretenden utilizar el ardid de “persecución” frente a investigaciones bien sustentadas y materia de acusaciones perfectamente estructuradas.