La primera carta de Mercedes Mota (MM) a Pedro Henríquez Ureña (PHU), recogida por Bernardo Vega (“Treinta intelectuales dominicanos escriben a Pedro Henríquez Ureña”. SD: Academia Dominicanade la Historia., 2015) es de fecha 3 de febrero de 1898. El editor resalta un dato de la misiva: ella tiene 18 años, él 14. (Abrevio esta obra: BV, más el número de la página. Aquí,61).
Es posible que entre ambos personajes haya habido correspondencia cursada mientras PHU vivió en Cabo Haitiano con su padre y hermanos (Fran y Max) luego de la muerte de su madre, Salomé Ureña, el 6 marzo de 1897, y que esas cartas se hayan perdido o estén extraviadas.
La que no se extravió fue la que MM envió a PHU desde Puerto Plata el 3 de febrero de 1898. Ya PHU había llegado a Santo Domingodel 1 al 2 de febrero, explica en sus “Memorias” (México: FCE,49).
Cuando salió del Cabo pasó junto a Fran algunos días en Puerto Plata. De seguro interactuó con Mercedes Mota y su hermana Antera, pues se conocieron cuando Salomé vino en busca de la salud a esta ciudad en junio de 1896. Pero ni una sola alusión a MM en este pasaje de las “Memorias”: «Al ir en camino a Santo Domingo, me detuve en Puerto Plata tres o cuatro días, en casa de [José] Dubeau, el amigo de mi padre, mientras llegaba el vapor que debía conducirme a mi ciudad.(Pp. 49-50).
Es posible que PHU yerre en la fecha de llegada a la Capital. Si pasó tres o cuatro días en Puerto Plata y MM fechó la suya el 3 de febrero, en respuesta a la de PHU despachada entre 1 y 2, se me hace cuesta arriba que llegara a la Capital en esa fecha. Los barcos tardaban mínimo día y medio en ir y venir de Puerto Plata a la Capital. Es posible que su llegada fuera a fines de enero, entre el 25 y el 30. Y se trata de una carta despachada por vapor.
La carta misma de MM aclara que PHU fue quien le escribió primero: «Debido a mis ocupaciones, me fue enteramente imposible contestar antes su bien redactada al par que afectuosa carta». (BV, 61).
La alusión a ella y Antera está antes, y muy amplia (“Memorias”, pp.42-43), y data de junio de 1896 cuando PHU tenía 12 años, mientras que para la fecha de la carta de 1898 de MM que analizo, ya rondaba los 14. Hubo una corriente de mutua simpatía entre ambos personajes, y aunque en PHU comenzaba a despertar, no puede decirse todavía que alcanzara la concepción madura del amor. MM, sí, que había alcanzado los 18 años.
PHU lo deja muy explícito en un amplio pasaje de sus “Memorias”, relativo a su estancia en el Liceo Dominicano:«… ya había llegado yo a la edad en que, sobre todo en las Antillas, los adolescentes principian a interesarse por todas las cosas de la vida de los adultos, y a alardear de hombres, y mi inexperiencia no me permitía hacer tales alardes, ni tampoco me venía el deseo el hacerlo. Conocí entonces, en una fiesta en casa de parientes de mi padre, a Blanca, adolescente que pertenecía a una familia de mujeres bellas; y tuve por ella amor infantil y tranquilo. Pero no era mi suerte poder gozar en paz de mis aficiones; mis mejores tiempos en ese amor (el primero de que me daba cuenta, pues antes mi propia madre había impedido que se me hicieran alusiones mortificantes sobre el cariño que había mostrado por ciertas niñas, especialmente por la hija de un diplomático venezolano, fueron breves días en que iba a la iglesia de Regina Angelorum, en las noches de mayo, cuando Blanca asistía a las fiestas del mes consagrado a María». (“Memorias”, 52-53).
Estas confesiones de PHU dan pábulo para afirmar que, de su parte, el amor carnal no había despertado todavía y que, en consecuencia, no puede inferirse de la relación puramente amistosa y literaria que mantuvo con MM que ella despertara en él, no así quizá en ella, las flamas del sexo.
La confesión, freudiana, de la interdicción de la madre en el sentido de que no se hablara de ese tema a su hijo implicaba ya un principio de castración que los largos años de estudio reforzarán hasta su tardío matrimonio con Isabel Lombardo Toledano el 23 de mayo de 1923, es decir, cuando tenía 39 años cumplidos, pero con algunas aventurillas a cuestas en los Estados Unidos y México, tal como se lo recordó su primo Phocas, seudónimo de Enrique Apolinar Henríquez, quien le escribió a PHU desde La Habana el 4/7/1908: «Ya aquí se sabe de tus camaraderías con la tal Madame Wolf, cuyos servicios no me dejaste utilizar, bellaco. Esa es la venganza que tú me enteres de lo que deba yo hacer». (BV, 207).
Desde Nueva York, Phocas le escribe a PHU, en México, una carta procaz: «[Jesús T. Acevedo] quiere ir a un teatro típico, cosa americana donde se ven brillar piernas de las girls (pronuncia marcadamente) i se puedan guiñar ojos i aún combinar una mamada al salir. (¿Se estilan esas porquerías por allá?). Alas, Pedro, temo que tú también seas de los puercos». (BV, 260). Para no alargar el asunto, otra carta de Phocas, desde Nueva York, en junio de 1910, a Pedro: «… otros cuentan de cómo [Antonio] Caso descubrió tus amores con la hermana de [Carlos] González Peña». (BV, 263).
El propio Pedro, en la correspondencia con Alfonso Reyes, va desgranando poco a poco, pero con mucho hermetismo, sus relaciones con las mujeres que conoció en los Estados Unidos, Cuba y México.
De modo que estas relaciones de amor infantil con Blanca Logroño no tienen, a mi ver, el matiz ingenuo y estrictamente literario que tuvieron las que mantuvo con MM entre los 12-14 doce años: «…a la velada no asistimos sino los miembros de la familia, entre ellos mi padre, que con frecuencia pasada del Cabo a Puerto Plata; pero enterados de que proyectábamos una segunda algunos amigos de la casa (sic), concurrieron a ella Dubeau y su esposa, Antera Mota de Reyes (…), su hermana Mercedes, que acaba de ser muy celebrada en todo el país por algunos trabajos en prosa, y su sobrina Beatriz Dalmací (…). Mercedes Mota leyó un trabajo en aquella velada, lo cual fue para nosotros inesperado triunfo. Así llegamos a dar cuatro o cinco veladas en la casa entre Septiembre y Diciembre de ese año; y las hermanas Mota, entusiasmadas con esta diversión infantil, organizaron otras en su escuela, en las cuales tomaron parte muchas de sus alumnas: movimiento que llegó a llamar la atención del público y a mencionarse en periódicos; en ellas, por supuesto, también tomábamos parte nosotros. Max escribía el mismo género de artículo que yo; y aun nuestro hermano mayor, Fran, hizo alguna que otra página para las veladas; páginas, en realidad mejor escritas que las nuestras, a pesar de que él no “cultivaba”, como nosotros constantemente, la literatura.» (“Memorias”, 42-43).
En efecto, PHU escribe, con toda propiedad, Antera Mota de Reyes. Para la fecha de las veladas, ya estaba casada con Rufo Reyes, boda celebrada el 11 de agosto de 1894.