La historia de la mujer ha sido una historia de resistir, de lucha, de dolor, sufrimiento, de agonía y de espera para lograr derechos y dignidad.
Existen culturas que desde pequeñas les violan sus órganos genitales; en otras las casan desde niñas con hombres mayores; los talibanes, por ejemplo, les niegan el derecho a estudiar, trabajar fuera de casa, manejar un automóvil, o tomar decisiones personales. Fue a finales del siglo XIX y principio del XX que, a las mujeres en occidente les reconocieron derecho a trabajar, tener una cuenta bancaria, votar en elecciones, poseer documentos personales, estudiar y viajar.
Después de tantas luchas, aun en pleno siglo XXI existen sociedades donde la mujer es excluida, discriminada, de violación de derechos salariales, a la participación social, profesional y política. Así como también, los derechos sexuales, reproductivos, civiles, religiosos y humanos.
En la revisión del Código Penal, los congresistas desean bajar la pena a los violadores y agresores sexuales, si se trata de parejas que conviven de alguna forma. Afirman los congresistas “si un hombre desea tocar o tener relaciones con su mujer a como sea, eso no es violación sexual, porque es su mujer”.
Es el reduccionismo, la distorsión y la limitación de un pensamiento patriarcal, del machismo y de la propiedad privada, donde la mujer es un medio, un objeto, una cosa, a la que el hombre que la mantiene o la compra o se la asignan como propiedad, puede servirse, utilizarla o auto- gratificarse a como sea:¡oh Dios mío cuánto horror !hay que preguntarle a los congresistas, para establecer empatía y ponerse en lugar de la otra persona, qué piensan sus esposas, sus hijas, nietas, que un hombre las toque o tenga relaciones sexuales sin su consentimiento, sin su permiso, sin su aprobación, aun siendo pareja, si eso no es violación sexual; peor aún, cuando le propone relaciones sexuales de alto riesgo: triángulo, sado-masoquismo, fetichismo, etc.
El amor, el bienestar, la felicidad en la pareja, incluyendo el sexo, la sexualidad, son para el disfrute de la pareja, de ambos, donde debe ser consensuado, comunicado, fluido para una vida de auto-gratificación mutua y de consentimiento mutuo.
Es imposible señores congresistas que, en la vida actual, a esta generación y a las siguientes, se les pueda transmitir esos tipos de valores, de distorsiones y de negarles el derecho a su cuerpo y su sexualidad. Sencillamente, los hombres de patologías, de cultura de propiedad, del machismo radical, con esas modificaciones, aumentarán las violaciones, agresiones sexuales, acoso, imposición y de visión de propiedad de las mujeres, adolescentes y niñas.
Avanzamos un poco penalizar el matrimonio infantil, reconocer las violaciones de género y los derechos de la familia, parejas, e hijos.
Ahora, esta discusión nos vuelve al siglo XIX, nos reduce como sociedad, y donde el discurso machista y distorsionado de religiosos, vuelve a desconocer derecho de las mujeres y a legitimar los roles, estereotipos y símbolos de superioridad a los hombres.
Vuelvo a pensar, están los religiosos y congresistas pensando en sus hijas, sobrinas, nietas, esposas, familiares, de cientos de mujeres abusadas y maltratadas dentro de dinámica de pareja.
La felicidad y el amor, el sexo y la sexualidad son parte integral de una persona, que vive con derecho y con dignidad.